Tirajana es la contraofensiva para que los tránsfugas no se queden sin plaza

Mientras en el Cabildo se blindan cargos para que nada se mueva, en San Bartolomé de Tirajana se libra una batalla mucho más básica: impedir que el transfuguismo se convierta en una vía legítima para asaltar el poder municipal. Aquí no estamos ante una discrepancia política. Estamos ante una ruptura del mandato democrático.

Porque el transfuguismo no es una opinión. Es un hecho. Y en Tirajana tiene nombres y apellidos que los vecinos conocen de sobra. Personas que llegaron a sus cargos bajo unas siglas de NC, con un programa concreto y gracias a unos votos concretos, y que luego decidieron cambiar de bando sin devolver el acta ni pedir permiso a nadie.

Eso, en términos éticos, es una deslealtad. En términos políticos, es una estafa al votante. Y en términos jurídicos, aunque se disfrace de legalidad formal, es una anomalía democrática que pervierte el sistema.

Aquí no hablamos de abstracciones. Hablamos de los movimientos que todos conocen, de pactos con trampa que se avecinan sostenidos por quienes no representan ya a quienes los votaron. Hablamos de sillones mantenidos a base de silencio, de acuerdos cosidos en despachos y de una gobernabilidad construida sobre la renuncia al mandato original.

Nueva Canarias ha decidido decir basta. Permitir que el transfuguismo se consolide en San Bartolomé de Tirajana sería enviar un mensaje demoledor: traiciona el proyecto, rompe la lista, negocia por tu cuenta y quédate con el poder. Todo vale. Ningún coste.

Y no. No todo vale.

El sur no es un laboratorio para experimentos personales ni un botín para carreras individuales, al menos no debería continuar así, porque esa es la imagen que se proyecta hacia fuera. San Bartolomé de Tirajana no puede normalizar que quien rompe con sus siglas conserve el acta como si fuera propiedad privada. El acta pertenece a las urnas, no al ego.

Aquí ya no sirve el discurso de la estabilidad, ni el del “mal menor”, ni el del “ya hablaremos después”. Eso es coartada. Y Tirajana está harta de coartadas.

La contraofensiva no es ideológica. Es democrática. Es una defensa mínima del respeto al voto, a las reglas y a la dignidad institucional. Quien se va, se va. Y quien traiciona, no se queda con la plaza.

El Ventilador, hoy, no avisa. Constata. El transfuguismo no es gobernar: es ocupar.

Y sobre todo estén atentos a sus pantallas porque a medio plazo veremos como todo ese rebaño que se pasó a Prica intentará volver a su casa natal cuando abran los ojos. Atención a los veteranos, exmiembros con cargo en NC y barones arañosos asquerosos cobardes y chismosos que empujaron al joven delfin al suicidio porque no tendrán hueco y quedarán abandonados dando vueltas en los bares reflexionando, hasta que de una vez por todas descubran que sólo han servido en este mundo para mover un volante, buscar una plaza o intentar algún beneficio con direnero público, pero nunca favorecer con sus acciones el bien público con fondos municipales. Ese es el sur que no debería existir.