Tierra Bonita valora la apertura del congreso internacional Tajogaite Conference en el Museo Arqueológico Benahoarita, aunque advierte que, cuatro años después de la erupción, persiste la ausencia de una reflexión crítica sobre decisiones que, a su juicio, agravaron el impacto humano de la crisis volcánica. La asociación lamenta que, pese a presentarse como un puente entre ciencia y sociedad, el programa —incluidas las jornadas Ciencia y Sociedad impulsadas por el Cabildo— se centre casi exclusivamente en estudios físico-naturales, monitoreo y aprovechamientos, relegando la perspectiva de la población damnificada.
El colectivo sostiene que se pierde una nueva oportunidad para evaluar la gestión institucional, especialmente la falta de información a los residentes de los barrios más expuestos y la no evacuación preventiva durante las horas decisivas del 19 de septiembre de 2021. Considera que la narrativa oficial continúa priorizando la interpretación científica del fenómeno sobre la experiencia emocional, material y social de quienes lo sufrieron, sin reconocer explícitamente la dimensión humanitaria de la catástrofe. Añade que el programa evidencia un dominio absoluto de ponencias técnicas —vulcanología, petrología, geofísica, biodiversidad o patrimonio— sin un espacio específico para testimonios ni un foro abierto con asociaciones de afectados.
Tierra Bonita denuncia también la ausencia de un bloque de rendición de cuentas, así como la falta de un programa sólido de ciencia ciudadana. En este ámbito, la única intervención crítica procede de su presidente, Francisco Rodríguez Pulido, que presenta un póster sobre decisiones clave y consecuencias de la no evacuación, y varias comunicaciones centradas en participación, monitoreo colaborativo y gestión del riesgo en Puerto Naos y La Bombilla.
La entidad critica, además, que la mesa de periodistas prevista para el cierre no esté concebida como un espacio de contraste con la ciudadanía afectada. Sostiene que el congreso mantiene la primacía de la ciencia instrumental y una comunicación institucional que, aunque útil para comprender el fenómeno, no cuestiona el sufrimiento vivido ni las decisiones adoptadas, sin dar voz a quienes perdieron hogares, arraigo y derechos. La situación de Puerto Naos y La Bombilla —que define como una “crisis crónica” de habitabilidad negada— evidencia, a su juicio, que los datos técnicos deben traducirse en alternativas reales, participación y garantías.
Aunque el programa está cerrado, la asociación propone medidas que considera factibles: una sesión extraordinaria inmediata que abra el micrófono sin filtros a los afectados; la creación de una Mesa de Verdad y Aprendizaje que cruce datos, decisiones y experiencias; y transparencia plena en la documentación de la emergencia y la reconstrucción. Reclama también unas jornadas con testimonios y deliberación pública que influyan en prioridades y recursos.
Rodríguez Pulido defiende que la narrativa técnica resulta insuficiente si no se convierte en derechos: habitar con seguridad, recibir información completa y participar en las decisiones que afectan a la reconstrucción. Concluye que, sin integrar la verdad vivencial, La Palma no podrá aprender lo esencial de esta catástrofe.









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