Primero Canarias niega haber tocado puertas, pero en Mogan ya no queda un timbre sano

El termómetro político en Mogán sube, y no precisamente por el clima.

Tras una entrevista donde Onalia Bueno, la alcaldesa del municipio, aseguró que el partido Primero Canarias había tocado a la puerta de uno de sus concejales en activo para ofrecerle ser candidato a la Alcaldía, el partido ha reaccionado con un “¿nosotros?” tan convincente como un político en campaña prometiendo que no habrá más obras.

El desmentido no se produjo en rueda de prensa ni en comunicado oficial, sino en un escenario más clásico, una comida en un restaurante del sureste de la isla.

Allí, entre el sancocho y el postre, varios miembros de Primero Canarias comentaban la entrevista de Onalia con la misma energía con la que se analiza un derbi. Según los allí presentes, entre risas y disimulo, se escuchó: "Eso es mentira, nosotros no hemos tocado a nadie, ya tenemos candidato". Claro, porque reconocerlo sería de principiantes.

Y justo entre el café y el ronmiel, alguien soltó el nombre del supuesto elegido, Javier Romero, portavoz de Nueva Canarias en la oposición de Mogán.

Vamos, que el nuevo partido sigue tan nuevo como un timple de segunda mano. Pero las puertas en Mogán no fueron las únicas que sonaron.

Fuentes bien informadas aseguran que también llamaron a alguien relacionado con el sector del taxi en Mogán, aunque la conversación duró menos que una carrera mínima, el señor muy amable, les dijo, "Caballeros yo llevo clientes no campañas". 

Y, por si no bastara, parece que Primero Canarias también tocó a la puerta de otro concejal de un municipio del norte, en lo que ya se conoce entre bromas como la gira de los timbres nacionales.

La comida, eso sí, dio para todo. Entre servilletas y teorías, uno de los comensales resumió la estrategia con una frase digna de antología política: "Onalia solo tiene 5.000 votos, con eso no hace nada en el Cabildo".

Una afirmación que, escuchada de cerca, sonaba menos a desprecio y más a lamento, porque si hay algo que todos saben, es que esos 5.000 votos pesan más de lo que algunos admiten entre papas arrugadas.

Así que entre desmentidos a media voz, candidatos reciclados y puertas que ya no saben si abrirse o ponerse un cartel de no molesten, la política sigue más entretenida que nunca. 

Y mientras tanto, Onalia sonríe, porque si algo ha demostrado esta historia, es que en política, quien consigue 5.000 votos, tiene quien los quiera.