'Un atalante en el centro de Europa'
El manifiesto de apoyo del Cabildo de Gran Canaria a la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria como Capital Europea de la Cultura 2031 contiene motivos de fondo que justifican nuestra identificación con la propuesta municipal de visibilizar la rebelión de la geografía. Tenemos el más absoluto convencimiento de que nuestra isla encarna un llamamiento a la diversidad y a la ruptura de las barreras físicas y mentales, evoca igualmente el rechazo a la discriminación por cualquier causa, e invita a reconocer que la cultura europea debe modelarse también con la arena de sus orillas. Somos litoral, margen y frontera, y eso esculpe nuestra realidad y una singularidad que nos enorgullece. Pero que nadie se equivoque: nos resistimos a ser orillados, marginados o convertidos en muros de contención. Muy por el contrario, tenemos la convicción de que nuestra voz y nuestro ejemplo pueden ayudar a redefinir la diversidad intelectual y cultural del continente.
Nada de esto es nuevo, en realidad. La memoria de la Europa clásica hace guiños constantes a los territorios insulares. El mito de Ulises sigue recorriendo los caminos que conectan a Europa, atravesando sus fronteras visibles e invisibles. Se mueve como una letanía que resuena en cada conciencia, recordando la importancia de la búsqueda de la verdad y la conexión con lo que realmente importa. La leyenda se enhebró, sobre todo, de isla en isla, a través de los seres que allí encontró y las enseñanzas que extrajo. La experiencia insular, por tanto, alienta la mayor alegoría mediterránea y europea.
Existen alrededor de 2.000 islas en Europa. Algunas son nidos de cormoranes. En otras apenas se distinguen los cimientos del castillo de un reino olvidado. O destella un viejo faro, aunque el farero haya sido sustituido por un ingenio moderno, porque el naufragio sigue siendo un riesgo que acompaña a la aventura humana. Otras, sin embargo, se elevan como paradigmas de sociedades insulares que han sido capaces de protagonizar una apasionante aventura social y cultural. Es, por supuesto, el caso de Gran Canaria, en este caso en el Atlántico, más allá de las también legendarias Columnas de Hércules que citó Homero. Aquí conocemos pronto la inmensidad y, con la humildad del que se sabe una parte del todo, aspiramos a dejar huella e ir un paso más allá de lo que parecía escrito de antemano. En ese proceso, desarrollamos nuestra singularidad, de la mano de nuestra condición de privilegiado lugar de encuentro entre continentes y visiones de la realidad.
Y desde el origen, cada nueva idea, cada siglo y cada movimiento de ida y vuelta han sido cubiertos por el salitre de nuestra profunda identidad isleña. Por eso podemos decir con orgullo que poseemos una voz propia que merece ser escuchada en el continente europeo; y en el mundo. Esta afirmación cobra especial importancia en el actual momento histórico, cuando Europa y el conjunto del planeta viven en la incertidumbre y contemplan cómo se dinamitan las vías de diálogo y desfallecen los viejos discursos, como olas que mueren frente a una escollera de intransigencia y regresión.
Las islas emergen en los lugares más imprevistos. Sobre el mar y en el pensamiento. El grancanario Galdós, uno de los grandes escritores europeos del siglo XIX, definió a Europa como “una gran isla dentro de la cual estaban otras islas”, según puso en palabras de Gabriel Araceli, hilo conductor de la Primera Serie de los Episodios Nacionales. Y añadió: “Llegará un día en que se abrazarán, conviniendo todos en no formar más que una sola familia”. Para que esto ocurra, hacen falta lugares donde se levanten puentes de entendimiento, lejos del aire enrarecido, donde las velas se vuelvan a llenar de un soplo ilusionante y sea posible volver a imaginar el futuro. Es precisamente lo que define a Gran Canaria. Hagámoslo desde Gran Canaria.
Gran Canaria jamás ha sido una orilla cultural. Ha sido un centro. Y merece que Europa lo refrende con la designación de la ciudad como Capital Europea de la Cultura. Es importante que se deje encandilar por las luces de esta urbe y de esta isla en la que se fusionan arte, convivencia, inclusión, participación ciudadana y sostenibilidad -ejes de la acción del Gobierno de la isla-, además de la memoria y el presente de las migraciones humanas. Le conviene abrir sus ventanas para que entren el alisio, y la maresía. La expectativa de situar la insularidad y la periferia en el corazón del continente es doble en 2031, pues, junto a una ciudad española, la Unión Europea designará también a una localidad de Malta, donde Ulises permaneció durante siete años.
La promoción y el apoyo a la cultura forman parte del ADN del Cabildo de Gran Canariades de su nacimiento. El protagonismo del Gobierno de la isla se ha acentuado en la última década y se percibe de manera especialmente clara en la capital, donde no puede concebirse el paisaje cultural sin su contribución, cristalizada en espacios, eventos, programaciones a lo largo de todo el año, proyectos de calado social y a la vez de gran proyección y, por supuesto, el respaldo decidido al sustrato creativo y artístico local.
En este sentido, el Cabildo eleva el pulso de la cultura en la ciudad a través de su Red de Museos. En el caso de Las Palmas de Gran Canaria, con el legado del novelista Pérez Galdós que conservamos y mostramos en su Casa-Museo en el corazón del histórico barrio de Triana, donde duermen manuscritos de obras que sustentan su talla universal. La escultura de Victorio Macho, hecha en arenisca para que el tiempo terminara de moldearla, es una metáfora a la inversa, porque los años menoscabaron la piedra mientras estuvo en el muelle, pero la influencia galdosiana sigue expandiéndose. En el barrio fundacional de Vegueta, la Casa de Colón exhibe e investiga la atlanticidad de Gran Canaria. Por su parte, el Centro Atlántico de Arte Moderno designa su filosofía en su propio nombre y en una programación expositiva que subraya la condición insular de encrucijada abierta a voces, pinceladas y propuestas que no siempre encuentran acomodo.
El relato museístico escribe una nueva y brillante página en la capital con el proyecto del Museo de Bellas Artes de Gran Canaria, el MUBEA, en el antiguo hospital y posterior San Martín Centro de Cultura Contemporánea. Este recinto se convertirá en el mayor de su clase en Canarias y en uno de los más destacados del país. Se trata de una apuesta por las artes plásticas en el lugar que merecen, rescatando un edificio histórico, enfatizando la identidad isleña y su divulgación. Y lo hará aprovechando las estancias sanitarias donde fue paciente Jorge Oramas. Desde su ventana observó y pintó las casas que cuelgan de las laderas de San Roque y San Nicolás, con su paleta de rojos, amarillos, verdes, azules y palmeras infinitas, una imagen que se ha convertido en una seña de identidad de los riscos y la capital grancanaria. La entrada en escena del MUBEA supondrá además un soplo de aire fresco en el entramado urbano, cultural, social y económico de la zona, a la que se sumará la renovación y ampliación del Museo Canario, con financiación del Gobierno insular, memoria arqueológica y cápsula del tiempo de la isla que sitúa en un lugar medular la herencia aborigen.
La cultura que emana del Cabildo se muestra como un libro abierto en la Biblioteca Insular. Levanta y baja el telón en el Teatro Cuyás o en la programación de la Fundación Teatro Auditorio. Hace que Las Palmas de Gran Canaria suene en el mundo como sede de la Orquesta Filarmónica de Gran Canaria, una de las formaciones más prestigiosas de España y Europa. Abre la capital a la vanguardia visual y sonora en el Centro de Cultura Audiovisual, arquetipo de cómo la periferia se torna en enclave neurálgico de las artes.
La democratización de la actividad cultural y la cohesión social que proporciona se han aliado con la arquitectura y el urbanismo a través del proyecto ya licitado de Infecar. El proyecto impulsado por el Cabildo contempla un pabellón icónico que, además de los eventos feriales, acogerá eventos y espectáculos -igual que sucederá tras la reforma del Estadio de Gran Canaria o en el nuevo Centro Insular de Deportes- en el contexto de un recinto que dejará de ser un espacio cerrado para dejarse abrazar por los barrios del entorno.
El Gobierno de la isla promueve los rodajes y la posproducción cinematográfica con el plató virtual pionero en España, financia la restauración y promueve la conservación de múltiples elementos patrimoniales y colabora con entidades de sobresaliente importancia en el pasado y el presente de la ciudad, del Gabinete Literario a la Fundación de Arte y Pensamiento Martín Chirino o la de Alfredo Kraus, entre muchas otras. También rescata la memoria histórica, de la más oscura y cruel a aquella que habla del kilómetro cero de la capital, con la investigación y la difusión de la importancia del solar norte de la Catedral, labor a la que se añaden las visitas guiadas del Servicio de Patrimonio Histórico al Confital o el Jardín Canario, por citar solo las más recientes.
La rúbrica plasmada en el manifiesto de apoyo en nombre del conjunto de la corporación insular contenía la forma de los manuscritos de Galdós o de Pino Ojeda; el vuelo de las espirales de Chirino; las rimas portuarias de Tomás Morales; el trazo de Manolo, de Jane Millares y de Néstor; o el eco de Kraus. Pero estaba guiada sobre todo por la coherencia de la apuesta del Cabildo por la cultura en Gran Canaria y su capital. Nos anima hoy un sentimiento de justicia, de provocar que Europa enfoque su mirada en la isla, que contemple al ‘Atlante’ de Tony Gallardo, hecho con la piedra del fuego donde nos fraguamos y alzado desde el cantil al orbe. Deberían conocer sus secretos y escuchar su sonoro silencio. Ulises lo habría hecho.
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