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CRISTOBAL D. PEÑATE

Genocidio, de entrada no

CRISTOBAL D. PEÑATE Sábado, 27 de Septiembre de 2025 Tiempo de lectura:

Produce arcadas ver y escuchar a los políticos más machistas y contrarios a la ley de igualdad gritando como hooligans posesos contra los fallos de las pulseras anti maltratos del Gobierno. 

 Esos mismos políticos que se opusieron a todas las leyes de igualdad y a los abusos machistas se han desgañitado estos días para poner a parir a la ministra de Igualdad y al Gobierno de España por los defectos detectados en algunas pulseras que debían defender a las mujeres maltratadas o amenazadas.

El asunto es tan gordo y trascendental que cualquiera está moralmente obligado a pedir explicaciones serias y convincentes. En estos temas, la izquierda suele ser más crítica y autocrítica mientras que la derecha suele ser más oportunista. El caso que nos ocupa es fiel reflejo de esa aseveración.

  La situación nos retrotrae a varias décadas atrás. Recuerda sobremanera al referéndum de la OTAN, cuando Felipe González rectificó y se desdijo de aquel ‘OTAN, de entrada no’ que coreó antes de llegar a la Moncloa y que cautivó a tantos españoles. El año que viene se producirá el 40 aniversario de aquella polémica consulta.

  La derecha española siempre fue pro alianza atlántica, pero en aquel momento el líder de la oposición, un tal Manuel Fraga Iribarne, ministro franquista que fundó el PP, prefirió hacer campaña por la abstención solo por fastidiar a Felipe González y el cambio de opinión oficial del Partido Socialista. Canarias fue una de las pocas comunidades que votaron en contra de la OTAN.

Es lo mismo que ocurre ahora con el genocidio de Israel en Gaza. Hay mucha gente de derecha en España que está absolutamente en contra pero sus dirigentes, que en teoría los representan, miran para otro lado y evitan condenar el exterminio para no coincidir con Pedro Sánchez y toda la izquierda. En este caso incluso con la Iglesia y el rey, sus aliados históricos.

 Los dirigentes de la oposición, salvo contadas excepciones, se han comportado aquí de manera mezquina y repugnante. Seguro que si Pedro Sánchez no hubiese condenado el genocidio en Gaza, el PP y Vox lo habrían hecho e incluso se habrían atrevido a poner a parir a Israel, aunque solo fuera por llevar la contraria al presidente de España y no por convicción propia. 

 Es absolutamente inmoral. Da vergüenza ver a tanto indecente montando broncas y dando lecciones de ética política. Los mismos que no reconocen la violencia machista han sido los primeros en salir a la palestra para denunciar los problemas habidos con las pulseras anti maltrato a las mujeres, pero no lo han hecho por apoyarlas sino por fastidiar al Gobierno, al que quieren derribar desde antes de que fuera investido Pedro Sánchez por primera vez.

 Confunden la legítima y necesaria crítica política en cualquier democracia que se precie con el odio hacia todo lo que huela a gobierno, ya sea personificado en su presidente o en la ministra de Igualdad. Esta última palabra les produce alergia como el trabajo a Abascal y ronchones del tamaño de la cabeza de Tellado.     La impostura y la hipérbole de su discurso hacen que se retraten de manera obscena. A los dirigentes de la oposición les importa un rábano que las pulseras funcionen o no. El único objetivo de estos patriotas de hojalata es hacer daño al Gobierno de España de manera cínica e hipócrita. Oportunismo puro y duro.

 Para ellos la disfunción de las pulseras es lo de menos, es solo el subterfugio para lograr su fin de derribar a este Gobierno y sobre todo a su presidente. Están tan desesperados desde hace siete años que tienen que recurrir a las malas artes para mendigar un maldito y ridículo voto. 

 No tienen ni pudor ni vergüenza. Pero qué les importa eso a ellos si al final llegan al poder, que es lo único que persiguen. Prefieren que España salga de la OTAN aún siendo atlantistas o que sigan fallando las dichosas pulseras si a cambio traspasan el umbral de La Moncloa. Incluso serían capaces de llamar genocidio a la masacre de Israel en Gaza. O sea, denominar a las cosas por su nombre. Puro fariseísmo. 

Las opiniones de los columnistas son personales y no siempre coinciden con las de Maspalomas Ahora.

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