Vecinos y turistas que disfrutaban del baño en un arenal de Gran Canaria quedaron boquiabiertos al observar, a poca distancia de la orilla, el deslizamiento pausado de un Aplysia fasciata, apodado “conejo de mar”.
La especie, propia del Atlántico en sus vertientes oriental y occidental, suele moverse en fondos algo más profundos, lo que explica que su presencia tan próxima a tierra resulte poco habitual.
Especialistas del Instituto Oceanográfico de Canarias recalcan que la liebre marina es completamente inofensiva y subrayan su interés biológico.
Este invertebrado alcanza hasta 40 centímetros de longitud y luce un cuerpo blando, negro o púrpura, cruzado por una franja rojiza; además, segrega una mucosidad que le facilita el avance sobre el sustrato y, si se siente amenazado, libera una tinta violeta que enturbia el agua y confunde a posibles depredadores.
Con la estación estival aumenta la probabilidad de encuentros similares; por ello, las autoridades reclaman respeto y cautela al interactuar con la fauna para conservar el equilibrio del ecosistema costero.
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