En junio de 2025, los estudiantes de bachillerato españoles estrenan una nueva etapa en las Pruebas de Acceso a la Universidad (PAU). Los resultados son clave para su futuro, pues determinan si alcanzarán o no la nota “de corte” necesaria para cada grado universitario.
Este modelo de acceso a la universidad (en el que la nota de las pruebas de acceso se combina con las notas obtenidas en Bachillerato para sacar una media global que es la que determina la entrada o no en cada carrera) no satisface a ninguno de los actores de la comunidad educativa.
Desventajas de la PAU
Los profesores de Bachillerato se sienten muy presionados porque sus alumnos serán reexaminados de las materias que ellos les han impartido y ya les han calificado. Los alumnos se sienten agobiados por obtener una calificación de la que puede depender elegir o no la carrera de sus sueños.
Los padres viven con angustia la posible resolución del futuro académico de sus hijos; y, lo más grave, son conscientes de que si se quedan fuera de su carrera de elección en una universidad pública y no pueden pagarles los estudios en una institución privada, quedarán para siempre fuera del sistema universitario sin más motivo que sus escasos recursos financieros.
La reforma que entra en vigor este junio de 2025 supone un intento, al menos, de unificar criterios en todo el territorio nacional (pues los exámenes son diferentes según las comunidades autónomas), de que las pruebas asuman un enfoque de evaluación competencial ajustado al enfoque competencial –que prioriza la aplicación práctica de los conocimientos, habilidades y actitudes adquiridos por los estudiantes para que sean capaces de resolver problemas reales– y de que se refuerce la equidad entre las comunidades autónomas.
Una nueva PAU
La manera en que se selecciona qué estudiantes tendrán acceso a qué grados universitarios es la misma desde desde 1970. No se ha modificado en ninguna de las casi diez leyes orgánicas que sí han modificado la estructura del sistema educativo, han prolongado la escolaridad obligatoria (reduciendo, por cierto, el Bachillerato a solo dos años) y han supuesto una actualización curricular evidente (con nuevas materias y ampliación de contenidos…).
Las pruebas de acceso sí han cambiado a lo largo de estas décadas algunos aspectos de forma: las asignaturas de las que los estudiantes se examinan, los sistemas de puntuación (incluso la escala), el peso entre las calificaciones de Bachillerato y las de estas pruebas de cara a la calificación final de acceso a la universidad, e incluso el tipo de pruebas. Pero no se ha debatido ni modificado el modelo fundamental.
¿Cómo es en otros países?
En varios países europeos, el sistema para acceder a la universidad es diferente. En muchos anglosajones, por ejemplo, como en el Reino Unido, distintas universidades pueden exigir diferentes requisitos. Incluso según la carrera de elección, estos requisitos pueden variar. Y en ciertos países nórdicos, entre ellos Finlandia, algunas universidades pueden hacer entrevistas como medio de selección para algunas carreras. En el caso de Italia, sería impensable que no hubiera pruebas orales.
También hay países de América Latina como Argentina donde el ingreso suele ser libre y solo se exige un año de preparación para el acceso.
Las diferencias entre comunidades autónomas
Es un hecho que se dan diferencias en los resultados globales en estas pruebas según las diferentes comunidades autónomas. Así, por ejemplo, puede haber una diferencia de casi 1 punto en las notas obtenidas en Cantabria o Baleares.
Ello ha generado tensiones y mucha inquietud. Por esta razón, se quiere que la PAU de 2025 sea más uniforme, aunque respetando las particularidades de cada región. La idea es crear un marco común que asegure igualdad de oportunidades para todos los estudiantes, sin importar dónde vivan.
Para lograrlo, se armonizan los contenidos objeto de examen y se concretan unos criterios de evaluación más compartidos. Además, se busca establecer mecanismos de coordinación entre las diferentes comunidades autónomas para que estas medidas se implementen de manera eficaz.
Pruebas más competenciales
La novedad más importante no está en el calendario ni en el número de asignaturas, sino en el enfoque pedagógico que pretende revolucionar la manera de evaluar. La nueva PAU pone un énfasis claro en determinadas competencias que resultan determinantes para seguir con éxito estudios universitarios: comprensión lectora, pensamiento crítico, expresión escrita, análisis de textos y resolución de problemas prácticos.
Este enfoque busca valorar lo que el estudiante puede hacer con el conocimiento adquirido, en lugar de limitarse a medir cuánto contenido ha memorizado. Por ello, la prueba incluirá una combinación de distintos tipos de preguntas, como cerradas, abiertas o semiabiertas, y se establece que al menos un 70 % deben corresponder a los dos últimos tipos, fomentando así el desarrollo de habilidades más profundas y aplicadas que reflejen las exigencias del mundo actual.
Un ejemplo de las nuevas preguntas
Para entender a qué nos referimos, puede servir el siguiente ejemplo. Mientras que una pregunta cerrada de las que se hacían hasta ahora busca una respuesta basada en la memorización de un contenido concreto:
“El problema del conocimiento en algún autor de la filosofía griega clásica”.
Una pregunta con enfoque competencial podría ser:
“¿Cómo puede interpretarse el reto que supone para un sujeto humano adquirir la información que proporciona Chat GPT a la luz de los planteamientos de Platón sobre el problema del conocimiento?”
Esta segunda exige conocer la filosofía de Platón (no olvida el contenido) pero exige, además, transferir eso a un problema de la realidad contemporánea en cuestiones de filosofía y de la naturaleza del conocimiento humano frente a la mera información. Esto es la “competencia” filosófica.
Estructura nacional, pero con flexibilidad
A partir de ahora se establece que el modelo de examen de cada materia será común en todo el país. Esto implica que, aunque el contenido y redacción concreta puedan variar para reflejar la diversidad territorial, la estructura, número de preguntas y tiempo asignado serán idénticos en cada comunidad autónoma.
Otra de las novedades es que se podrá elegir entre Historia de España o Filosofía como materia general. Las materias generales (obligatorias) en 2025 serán:
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Lengua Castellana y Literatura II.
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Lengua Cooficial y Literatura II, solo en comunidades con lengua cooficial.
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Lengua Extranjera II, en la que el alumnado debe indicar en la inscripción el idioma del examen, eligiendo entre alemán, francés, inglés, italiano o portugués.
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Historia de España o Filosofía (a elegir).
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Una materia específica obligatoria de modalidad de segundo curso de Bachillerato (según el itinerario cursado).
Un calendario común para todo el país
Hasta ahora, cada comunidad autónoma fijaba sus propias fechas para la PAU, causando diferencias regionales. Con la nueva normativa, el Ministerio de Educación implementa un período único en toda España, dentro del cual las consejerías de educación establecerán las fechas de su convocatoria.
Esta reducción de las discrepancias temporales entre las comunidades proporciona un calendario más estable para todos los centros educativos y universidades del país. Igualmente, las previsiones de movilidad entre los estudiantes se pueden planificar con mejor perspectiva.
Si bien todos estos cambios, como indicamos al principio, no son sustanciales al modelo, se espera que con ellos el sistema español de acceso a la universidad sea más coherente en toda España y esté mejor adaptado a las corrientes supranacionales de aprendizaje “competencial” que sobrevuelan todo el territorio europeo y que aterrizó en España con el currículo de la LOMLOE.
Javier M. Valle, Director del Grupo de Investigación sobre Políticas Educativas Supranacionales, Universidad Autónoma de Madrid y Laura Vellaz Pérez, Colaboradora de investigación Universidad Autónoma de Madrid. Educación Supranacional., Universidad Autónoma de Madrid
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