Pedro Rodríguez Pérez, propietario del bar El Laurel, baja la persiana después de 44 años de esfuerzo ininterrumpido en la calle San José del pueblo de Mogán. A sus 72 años, y tras haber alcanzado la jubilación hace siete, ha decidido poner punto final a esta etapa.
Este reconocido hostelero, natural de Garafía, La Palma, recuerda con orgullo su trayectoria, marcada por décadas de trabajo y constancia. En declaraciones a Maspalomas Ahora, rememora con afecto los comienzos del establecimiento, que inicialmente se dirigía a los residentes de la zona, pero que con el tiempo amplió su clientela gracias a los "jeep safari" y a los turistas que llegaban en excursiones en guagua.
Rodríguez destaca que su extensa carrera no ha estado exenta de sacrificios. "Hay que saberlo llevar", afirma, al referirse a un negocio que le ha supuesto jornadas sin descanso. Con respecto a su retirada, explica que su intención era continuar solo un año más, pero fue alargando el cierre. "Pensaba que mi hijo iba a seguir con esto, pero a última hora decidió no continuar", relata.
Por otra parte, reconoce su papel como uno de los empresarios más veteranos del sector en el municipio y, en lugar de dar consejos, atribuye el éxito de su local a la fidelidad de su clientela, que convirtió este modesto bar en un auténtico punto de encuentro. "Me siento a gusto con mi gente en Mogán, es una gente excelente", expresó con gratitud.
De este modo, el emblemático propietario se despide de un negocio que ha evolucionado junto con el municipio, con el propósito de, a partir de ahora, disfrutar de su tierra natal, Garafía, sin dejar atrás a Mogán, que tras tantos años considera su segundo hogar.
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