Durante décadas aprendimos de memoria los ríos y afluentes peninsulares, los cabos y golfos, las cordilleras y valles, mientras se nos negaba la posibilidad de saber los nombres de los barrancos que surcaban las distintas islas de nuestro Archipiélago. Recitábamos la larga lista de reyes godos pero no sabíamos quién fue Doramas o Tanausú; y, mucho menos, las vicisitudes del complejo proceso de conquista y colonización de las Islas.
Durante el franquismo y primera etapa de la transición política era imposible que los alumnos y las alumnas de nuestros colegios e institutos accedieran al conocimiento de nuestra geografía o nuestra historia. Y, asimismo, en los programas de literatura no había lugar para Alonso Quesada, Pedro Lezcano, Pedro García Cabrera, Rafael Arozarena, Josefina de la Torre o María Rosa Alonso.
Hasta hace bien poco los contenidos educativos estaban absolutamente alejados de la realidad canaria. La historia de nuestra tierra no merecía una sola línea en los libros de texto, tan centralistas como el Estado asfixiante y antidemocrático que soportamos durante cuatro décadas.
La situación ha ido cambiando y los currículos escolares tienen hoy en cuenta, aunque de modo todavía insuficiente, la realidad económica, social y cultural de Canarias, lo que sólo para mentes muy estrechas es incompatible con el aprendizaje de la geografía, la historia o la cultura universal.
Cómo iba a serlo para un pueblo permanentemente abierto al mundo, que vio como muchas corrientes vanguardistas tomaban contacto con estas islas antes que con el territorio continental español; y que ha sido siempre una muestra constante de amor a lo propio y, al mismo tiempo, capacidad de acercamiento y fusión con pensamientos llegados de distintas partes del mundo.
Marco legislativo
Actualmente, Canarias dispone, como el resto de comunidades autónomas, del marco legislativo preciso en el área educativa que permite que un porcentaje de los contenidos curriculares haga referencia al Archipiélago en distintas materias.
Pero junto a los avances experimentados, hoy tenemos que denunciar que se están produciendo retrocesos injustificables. En este sentido, hay que calificar de impropio de un Gobierno que se proclama nacionalista el que haya decidido excluir cualquier posibilidad de que los estudiantes de Bachillerato puedan acceder en el próximo curso a la asignatura Historia de Canarias, que se imparte actualmente como optativa.
Esta situación se deriva de la introducción, por la puesta en práctica de la Ley Orgánica de Educación (LOE), de una nueva asignatura común que trastoca los horarios de Bachiller, afectando a las asignaturas optativas para las que no quedan horas lectivas.
La decisión del Gobierno de Canarias ha sido eliminar las optativas en primero de Bachiller, entre las que se encuentra Historia de Canarias, algo que considero completamente erróneo, teniendo en cuenta además el escaso impacto que aún tienen en la educación las tradiciones, la cultura y la historia de esta tierra.
Modificación horaria
En mi opinión, el Gobierno canario debe tomar ejemplo de otras comunidades que han resuelto una racional y adecuada modificación de los horarios, restando horas lectivas a las asignaturas de modalidad (asignaturas especializadas asociadas a una de las tres vías que los estudiantes cursan en Bachillerato) para poder mantener la oferta de optativas. Otra opción es que la religión pase a ser, como se ha planteado en Cataluña, una materia voluntaria, de tal manera que los alumnos que la quieran cursar lo hagan en horas no lectivas.
Es necesario que los jóvenes canarios tengan la oportunidad de conocer nuestra historia; y es inaceptable que el Gobierno les prive de ello, lo que pone en evidencia que su nacionalismo es de escaparate, puesto que nada hace por mantener y preservar los elementos identitarios del Archipiélago.
Su pseudonacionalismo parece empezar y acabar en un estrecho camino que va de la policía canaria a la televisión al servicio de ATI, a los que dedican notables recursos económicos mientras, paralelamente, anuncian la congelación del presupuesto educativo en una tierra que aún padece importantes cifras de abandono y fracaso escolar, y que precisa de esfuerzos, objetivos claros y compromiso de todos los sectores implicados para su superación.
Román Rodríguez es presidente de Nueva Canarias.







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