Caperucita y el lobo
Simultáneamente esta misma semana se han producido dos nombramientos relevantes en la vida pública española. Al mismo tiempo que el gobierno designaba al ministro José Luis Escrivá nuevo gobernador del Banco de España, Isabel Perelló tomaba posesión como nueva presidenta del Consejo General del Poder Judicial y del Tribunal Supremo.
Esta última elección supone un hito en la historia de España ya que es la primera mujer que ha llegado a este cargo en toda la existencia de estas instituciones judiciales. El Tribunal Supremo llevaba más de dos siglos presididos solo por hombres.
En la primera presidenta confluyen varias características significativas: ser mujer, progresista y feminista, una catalana cuyo abuelo fue asesinado por los nacionales del dictador Franco.
Seguro que Santiago Abascal estará privado con el nuevo nombramiento. Más incluso que el PP, cuyos diez vocales votaron unánimemente por esta mujer mientras que los diez representantes progresistas se dividieron entre ella y otra compañera de parecidas características.
No deja de ser curioso que una progresista haya accedido al cargo con más votos conservadores que de sus propios compañeros de sensibilidad más avanzada y renovadora. Pero esto es solo anecdótico mientras que su nombramiento es histórico.
A pesar de los años de provisionalidad del Consejo General del Poder Judicial y de los casi seis años de caducidad de este órgano de gobierno de los jueces, todos han digerido el nombramiento de Perelló con gran alivio y satisfacción. Todo lo contrario de lo que ha ocurrido con la designación de José Luis Escrivá al frente del Banco de España.
Prácticamente nadie ha cuestionado la vasta preparación e idoneidad del ministro para ocupar ese cargo al frente de la política monetaria de España. Los que lo cuestionan no lo hacen por creer que no está suficientemente preparado para el cargo sino porque consideran que un ministro no puede convertirse en gobernador del Banco de España sin solución de continuidad.
Unos dicen que no es estético mientras que otros argumentan que hay que guardar las formas y las apariencias porque, según Cuca Gamarra, uno no se puede acostar ministro y levantarse gobernador. Esa es la premisa principal del argumentario de la oposición.
Es normal si tenemos en cuenta que los conservadores son muy de guardar las apariencias. Prefieren que el gobierno nombre a un ultra izquierdista que no sea ministro a que designe a la persona idónea, centrada, moderada y preparada solo por serlo hasta ahora y haberse sentado en la poltrona.
Ya digo que no es una cuestión de ética ni de legitimidad sino de estética. Como el jarrón chino que no pega encima de la nevera. La gente de orden quiere cada cosa en su sitio y no un sitio en cada cosa. Es experta en combinaciones de dudoso gusto y estilismo selecto.
Lo más gracioso de toda esta historia es que José Luis Escrivá fue nombrado primer presidente de la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (AIReF) por Cristóbal Montoro, ministro de Hacienda en un gobierno del PP de Rajoy. Por eso el Partido Popular no puede cuestionar la idoneidad y la preparación técnica y profesional de Escrivá. Sin embargo, tenía que hacer ruido y salirse por la tangente con que el hombre no se puede acostar ministro y levantarse gobernador. Como lema no es muy ocurrente pero es lo que hay.
No pueden tener nada contra un personaje público que el propio partido creó. Algo parecido ocurre con el ministro Marlaska, que fue designado en su día vocal del Poder Judicial por el mismo PP. Por eso no puede desacreditarlo: porque sería tanto como desacreditarse a sí mismo.
Tanto Escrivá como Marlaska no pertenecen al PSOE. Quizá lo que realmente molesta a la oposición es que ambos no sean políticos de partido ni de obediencia ciega, eso que tanto gusta a la gente de orden, majo y limpio.
La oposición dice que está muy feo eso de pasar directamente de ministro a firmar los billetes de 500 euros. Entonces también debió estar mal cuando el ministro de Economía Guindos se fue directamente del Consejo de Ministros del Gobierno de Rajoy a vicepresidir el Banco Central Europeo.
Lo que no dice el PP es que los actuales gobernadores de los bancos centrales de Alemania, Austria, Francia, Eslovaquia, Portugal, Grecia, Finlandia o Malta, todos ellos países de la zona euro, también pasaron directamente de sus respectivos gobiernos de derecha y de izquierda a presidir los bancos centrales de sus países.
La oposición ha querido incluso descalificar a Escrivá con el argumento baladí de que no es doctor. Tampoco lo es Guindos ni la presidenta del Banco Central Europeo, la francesa liberal conservadora Christine Lagarde, que fue ministra con Sarkozy y Chirac. Cuando no se tienen argumentos se dicen muchas tonterías.
Más transporte público y menos Lamborghinis. Para que lo entienda la presidenta de la Comunidad: menos lobos, Caperucita.
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