Parece que estamos en plena campaña electoral y dada la lejanía de las elecciones, temo que el período que nos falta para las próximas, nos pueda parecer, muy duro y largo, visto la consistencia de los ataques que se están produciendo desde todos los colores políticos.
Deberíamos revestirnos de democracia y despojarnos de fanatismo. A todos nos convendría hacerlo y nuestra salud lo agradecería bastante. Necesitamos prepararnos psicológicamente para defender nuestra mente del bombardeo de los ataques a la libertad a las personas, y a los que podamos opinar diferente.
Un buen ejercicio podría ser analizar constantemente, en nuestro fuero interno, y desde un punto de honesta neutralidad, con la mente muy abierta, lo que está realizando el grupo político al que voté, para asegurarme que mi voto que deposité para avanzar en un programa definido, se está cumpliendo. Si no es así, debemos, ante la evidencia y en el silencio de nuestra mente, ser capaces de criticarlo interiormente, para liberarnos de nuestro propio fanatismo. Es importante que nuestra mente llegue a sentirse libre y no propiedad de ningún grupo político.
El fanatismo, es refugio de las mentes pobres de espíritu, donde aceptamos y defendemos el trabajo de los políticos, aunque sus logros vayan en contra del programa votado, en contra de mis intereses, de mi moral, de mis costumbres, de la tradición de mi pueblo, y de mis raíces.
Deberíamos estar convencidos de que en política, no todo vale
La Historia, al recordarla en el futuro, nos podrá referir la falta de nobleza de aquel partido político, cuando intentó, utilizando a sus votantes, medrar a favor de los intereses del propio partido, en contra del pueblo y de una mayoría silenciosa, pero será necesario estar dispuestos para analizar la historia tal como pasó, y nunca re-inventarla para acercarla con mi fanatismo a una situación inexistente.
Dicen que una mentira, después de repetirla constantemente, puede quedar como certeza absoluta. Es una forma hábil que podría tener el politiquillo que podría jugar a la falta de memoria de su votante, para embaucarlo. El fanático lo puede tragar absolutamente todo, especialmente, las mentiras que sean favorables al propio partido.
Nuestra inteligencia nos debería colocar en la posibilidad de valorar positivamente los aciertos y posibles buenas intenciones del partido político contrario a mis ideas, y valorar las equivocaciones de mi propio partido, más que nada, para recordarlo en las próximas elecciones, con la utilización correcta o ausencia de mi voto.
Deberíamos ser capaces de comprender las dificultades de la Alcaldesa intentado sacar adelante un pacto que a lo mejor, nunca debiera haberse iniciado, o las acciones del grupo de gobierno del Ayuntamiento motivadas por la obediencia a su Grupo Político, o una oposición que si no cumple su trabajo de realizar el trabajo de crítica, sea posiblemente al deseo de no aumentar la ingobernabilidad de nuestro Municipio.
O comprender también los concejales que votaron en contra de su partido y a favor del respeto a su propia conciencia, para defender los intereses de San Bartolomé de Tirajana y de sus ciudadanos. Su valentía al oponerse a su propio partido debería valorarse, y agradecerse, y en ningún caso debería ser motivo de rechazo personal. Para esto es imprescindible despojarnos de nuestro propio fanatismo y ser capaces de comprenderles.
Siempre nos quedará la duda de si el voto en contra de su partido, fue por apoyar al pueblo, o para fomentar su propio interés. En el primer caso, se merecerán un abrazo, con nuestro agradecimiento. En el segundo caso, nuestro desprecio.
Mi resumen sería: Eliminemos el fanatismo de cada uno de nosotros, para ser positivos y creativos. Es necesario conseguir un clima cordial, con ansias de futuro, donde nuestros Políticos, los que actúen de buena fe, puedan sacar a nuestro Municipio de esta pésima situación. Creo que todos agradeceríamos que nuestros políticos no perdieran más tiempo en demostrar las equivocaciones ajenas, pero exponernos su proyecto de trabajo y aplicar medidas urgentes, buscando el apoyo y máximo consenso.







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