Viajar en familia
Llega el verano y muchas son las familias que planean realizar un viaje. El mejor aprendizaje que tendrán nuestros hijos es el de “conocer mundo” pues, viajar produce en la mente del niño un beneficio educativo y sensorial considerable. Su aprendizaje será significativo, se despertará en él la curiosidad, la motivación y el interés por aprender, causando un gran impacto en su educación.
Un viaje en familia, siempre repercutirá en mejorar la complicidad entre nuestros descendientes, fortalecerá la comunicación y los lazos emocionales que tenemos con nuestros hijos, mejorará la unión familiar y, con el paso del tiempo, se tendrán muchos recuerdos de las vivencias experimentadas en estos viajes.
Podemos trabajar diferentes dinámicas de aprendizaje en la organización, preparación y realización de un viaje familiar. Por ejemplo, si buscamos en un mapa el lugar elegido para viajar, viendo su ubicación, a qué país pertenece, el idioma que se habla en ese país, la moneda que se utiliza, el costo del viaje, los gastos... Se están globalizando diferentes aprendizajes, como el gusto por la lectura, la historia, la geografía, las matemáticas, etc.
Hoy en día, se utiliza un término inglés, “worldschooling”, acuñado por Eli Gerzon (nacido en Boston) con el que define el mundo como la mayor clase/aula de la vida. Eli considera que debemos aprender del mundo (culturas, idiomas, idiosincrasias, etc.). Este término se presta a controversia pues, la ideología del creador del mismo, es la de no ir a la escuela, sino la de dedicarse a viajar por el mundo a la vez que se aprende. A mi juicio, considero que un niño debe estar escolarizado y, que la realización de viajes en familia, le sirva como complemento a su
educación.
Para concluir, debo añadir que, al igual que algunos abuelos cuidan de nuestros pequeños durante el año, se tengan en cuenta y, en la medida de lo posible, vayan a los viajes, no para cuidar a sus nietos mientras los padres y las madres salen a dar un paseo, sino para que la familia, pueda compartir y seguir estrechando lazos, disfrutando los unos de los otros.
“Dos de los mayores regalos que podemos dar a nuestros hijos son raíces y alas”.
(Hodding Carter)
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