La soledad, esa si que es tóxica
“Llama a tu abuela”. Cuántas veces habremos escuchado esa petición, extrapolable a tíos, abuelos y otros familiares cercanos. Recordatorio inevitable de quien nos quiere y que, en ese acto de amor, nos reprende para querer de forma activa. Porque el tiempo pasa y no siempre estaremos aquí.
Una simple llamada de teléfono. Cinco minutos de nuestro tiempo para escuchar a la otra persona e interesarnos por cómo ha sido su día. Algo tan simple como una conversación o, mejor aún, una visita, puede salvarle la vida. Y parece que si no lo leemos así, no aprendemos.
Según el último Estudio Social sobre la Soledad elaborado por la agencia de investigación 40dB para El País, el 42,3% de la población española conoce a alguien en situación de soledad. Considerada la epidemia del siglo XX, la soledad es un factor de riesgo para la salud tan grave como el tabaquismo o la obesidad. Y aunque a la cabeza puede que nos venga una persona mayor como el perfil mayoritario de soledad, no es el único. Lo cierto es que las Redes Sociales y el uso excesivo de Internet lejos de mantenernos conectados también nos aísla. Los nativos digitales sufren un nuevo tipo de soledad, una soledad buscada y sin salida, en la que muchas personas se ven atrapadas. La encuesta revela que el 37% de jóvenes de 18 a 24 años ha sentido mucha o bastante soledad.
El Colegio Oficial de la Psicología de Las Palmas explica que en el drama de la soledad existe una tendencia actual al aislamiento propio. Es decir, aun estando en compañía de seres queridos la persona decide aislarse en su mundo, en su burbuja, casi siempre rodeada de artilugios online como su única compañía. Se les conoce como ermitaños digitales, término acuñado por el periodista Ricardo de Querol. Se trata de jóvenes de entre 20 y 30 años que pasan el día en su habitación jugando a videojuegos o simplemente consumiendo vídeos y contenido online.
A ver si el ruego de “llama a tu abuela”, va tornarse en un “saca a tu prima a tomar algo” o “invita a tu sobrino a la playa”. Lo cierto es que son muchas las familias que conviven con esta situación en casa: un hijo que apenas se relaciona y que pasa la mayor parte del tiempo encerrado en su habitación. Y eso también es soledad. A mayor sentimiento de soledad, mayor uso de Redes sociales e Internet.
Y por supuesto que las redes familiares son el primer pilar responsable de la soledad, después de uno mismo, pero el resto no puede mirar para otro lado. Parece que la salud mental no deja de ser la asignatura pendiente de los Gobiernos y como tal, son otras, quizás las instituciones más pequeñas, las que pueden y deben llegar.
Hasta ahora la mayor parte de las acciones insulares para paliar la soledad se han centrado en crear infraestructuras sociosanitarias para albergar a personas mayores. Pasan su vida mirando por la ventana y esperando visitas, salen en días puntuales a celebrar actos o son recogidos para hacer alguna excursión. Pero no existe una rutina diaria enriquecedora. Un día a día digno para ellos y ellas. Hay que actuar de manera integral para garantizar que esa soledad, que sí que es tóxica, se convierta en riqueza interior y salud física.
Desde nuestro Plan de Isla queremos hacer frente a la soledad de manera transversal, para mayores y jóvenes, con la atención a la salud mental y la actividad física como pilares de acción efectivos. Porque tenemos unos paisajes privilegiados para admirarlos y sentirnos afortunadas. Y esa es nuestra gran suerte. Una suerte que no podemos desaprovechar sino que debe ser el espacio de vida para todas esas personas que sufren la pandemia de la soledad.
La vacuna al aislamiento social se inyecta con profesionales y actividades que recuerden, a quien tristemente lo haya olvidado, que el mundo es hermoso, que nuestra tierra es privilegiada y nosotros con ella. Apostamos por dotar al Cabildo de Gran Canaria de una bolsa de profesionales de la psicología clínica que no solo esté cuando haya una emergencia sino que pueda hacer un seguimiento general de los proyectos sociosanitarios dedicados a estas poblaciones. De persona a persona.
Creemos firmemente que el ejercicio físico es una de las mejores recetas para reducir las patologías y prevenir las enfermedades. Sudar con gusto. Se ha demostrado que las actividades físicas aumentan las endorfinas con un impacto positivo directo en nuestro organismo. Nos da placer. Aumenta el bienestar y mejora nuestra calidad de vida. A la soledad se la combate a base de ocio, de cultura, de entretenimiento y de ejercicio. Son imprescindibles políticas públicas que aterricen directamente en el fomento de las relaciones sociales.
Como cita el neurocientífico Mariano Sigman en el análisis del estudio El País, “disponer de al menos un amigo a quien confiarle algo importante es un enorme paracaídas para la salud”. Queremos ser ese amigo, ese paracaídas. Y aunque desde aquí te animo a que llames a tu abuela y a que lleves a tu prima a la playa. También te animo a ver más allá. Y a pensar que otra isla es posible. Gran Canaria no está sola.
Las opiniones de los columnistas son personales y no siempre coinciden con las de Maspalomas Ahora.
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