La Unidad de Epilepsia del Complejo Hospitalario Universitario de Canarias (HUC) monitoriza en vídeo las crisis epilépticas de los pacientes que atiende para mejorar los diagnósticos.
Lo hace en una habitación adaptada con la presencia de un equipo de electroencefalografía de 128 canales, con registro continuo de vídeo, que permite el registro de la clínica del paciente y la actividad electroencefalográfica durante un periodo de tiempo variable según la indicación empleada.
Este equipo permite monitorizar a dos pacientes de forma simultánea de manera continua, de lunes a domingo, detalla la Consejería de Sanidad en un comunicado.
La monitorización registra las crisis de la persona ingresada y favorece un mejor diagnóstico de los episodios que presenta el paciente, así como si se trata de crisis epilépticas, ya que entre un 20% y un 30% de los pacientes que son referidos a un centro especializado por epilepsia refractaria no tienen epilepsia, y el tipo que padece.
Es de gran ayuda en pacientes en los que no se puede diagnosticar el tipo de crisis y de epilepsia de forma acertada, fundamentalmente cuando la respuesta al tratamiento no sea adecuada, y permite valorar los factores desencadenantes de las crisis en un determinado paciente, tales como fotoestimulación, privación de sueño y estímulos específicos en epilepsias reflejas.
En determinados pacientes puede resultar complicado evaluar la frecuencia de las crisis a través de la entrevista clínica, mientras que el registro y la cuantificación de las mismas permite valorar la situación real, como en pacientes con crisis de ausencia, pacientes con epilepsia y discapacidad intelectual grave o los que viven solos, entre otros.
La Unidad de Epilepsia del HUC, que en 2021 atendió a 61 pacientes, está formada por neurólogos, neurocirujanos, neurofisiólogos y enfermeras.
La epilepsia es una enfermedad crónica con consecuencias neurobiológicas, cognitivas, psicológicas y sociales, que implica un seguimiento, generalmente a largo plazo, por parte del neurólogo.
De esta manera, se pretende conseguir un mejor control de las crisis epilépticas y de la situación general del paciente, con el mejor tratamiento antiepiléptico posible.
La cirugía de la epilepsia pretende conseguir la extracción del foco epiléptico, su aislamiento o, al menos, evitar la propagación de la descarga anormal a áreas con manifestaciones clínicas más elocuentes.
Su finalidad es conseguir la curación de la epilepsia o desaparición de las crisis, y, si la evolución es positiva, la suspensión de la medicación antiepiléptica.
En un porcentaje de pacientes puede curar la epilepsia, pero en la mayoría de los casos ayudará a controlar mejor la epilepsia, bien disminuyendo la frecuencia de crisis o la gravedad y riesgo de éstas.
Junto a la cirugía resectiva en epilepia, en la unidad especializadas del HUC se realiza también cirugía para la implantación de estimuladores del nervio vago.
Se trata de un dispositivo que se implanta de manera subcutánea en hemitorax izquierdo habitualmente a modo de marcapasos, y a través de un electrodo, que se conecta al nervio vago, envía un estímulo eléctrico semicontinuo a través de sustancia reticular ascendente, hacia el tálamo.
La estimulación del nervio vago es una técnica de carácter paliativa, no curativa, en pacientes con epilépsias farmacorresistentes, habitualmente con causas lesiones, estructurales, en muchas ocasiones postnatales, que no son candidatos a cirugía resectiva curativa.
De especial indicación en pacientes que sufren crisis atónicas, y con caídas, mejora la frecuencia de estas crisis, además de haber demostrado mejoría tanto a nivel de conducta, así como estado de alerta, lo que permite en ocasiones, disminuir el uso de fármacos, que suele ser de por si alto, en estos pacientes por su alta frecuencia de crisis.
Según el estudio EPIBERIA, realizado por la Sociedad Española de Neurología sobre la prevalencia de la epilepsia en España, unas 578.000 personas en España sufrirán la enfermedad a lo largo de su vida y 225.000 personas han padecido crisis epilépticas en los últimos 5 años.
Cada año se detectan entre 12.400 y 22.000 nuevos casos.
Es una enfermedad que puede tener un diagnóstico difícil y que puede retrasarse en el tiempo dependiendo de la evolución de la enfermedad.
Hasta el 25% de las crisis pasan inadvertidas a los pacientes y familiares y, se cree que hasta en el 20% de los pacientes con crisis incontroladas existen errores diagnósticos.
Actualmente el 75% de los pacientes con epilepsia son capaces de controlar sus crisis con la medicación que existe en la actualidad, pero existe aún un porcentaje bastante alto de personas, en torno a un 30%, con epilepsia farmacorresistente, que no responden bien a estos y pueden precisar de otras terapias, como la cirugía o procedimientos paliativos, como la estimulación del nervio vago, con dispositivos de implantación subcutánea.








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