Gran Canaria ha sido siempre prodiga en ideas y en personajes encargados de pregonarlas a los cuatro vientos. Muchos de ellos pasaron de la idea al propósito, y llegaron incluso a conseguir que formaran parte de la realidad. Pero otros muchos, más adictos a la especulación que rodea la idea que a está misma, y a quienes antiguamente se llamaba cantamañanas, han proliferado como setas en el campo y han contribuido a intoxicar nuestra vida pública, a la que quieren someter al ritmo de sus ocurrencias.
Y esto esta contaminando a la mayor parte de nuestros proyectos estratégicos y de futuro. Lejos de caminar por el camino sensato de estudio, la planificación y el proyecto, en la soledad del equipo de trabajo y de los asesoramientos técnicos precisos -lo que en la metodología anglosajona se llama "anteproyecto"- los responsables políticos del Cabildo de Gran Canaria y del Ayuntamiento de Las Palmas se han lanzado a una suerte de exhibicionismo social donde se acorta a segundos la distancia que media entre la ocurrencia y la rueda de prensa. Personalmente hemos podido constatar que, incluso personas significativas de los equipos políticos afectados, ignoran cualquier detalle de la ocurrencia que, al final, queda como un mero artificio para la agitación mediática o el asombro de los ingenuos.
Ejemplo relevante de esta forma de proceder es el caso del tren, metro o lo que sea, que sacude en estos días la lengua de importantes dirigentes del PSOE o NC. Personalmente, pienso que se trata de un debate tan urgente y necesario como inexistente desde el lado del estudio definitivo o de la propuesta técnica. De hecho, en pleno del pasado mes de febrero, se aprobó por unanimidad y con enmiendas, una moción presentada por el que esto escribe, para poner en marcha un proceso lógico, técnico y ágil que permita concretar, de una vez por todas, una propuesta realizable. Sin condiciones previas, barajando todo tipo de sistemas de transportes y partiendo de un plan de viabilidad, que recientemente defendió en páginas periodísticas, con mucho sentido común, Ricardo Ramírez.
Pero todo esto se olvida: la moción, el orden lógico de discusión, el silencio de la fase de elaboración técnica. Y como en un vértigo insuperable por sacar la noticia antes que el proyecto, los que ayer intentaron ridícularizar el tranvía de Tenerife como el enésimo desequilibrio, se apresura a olvidar lo dicho y a lanzarnos las fantásticas especulaciones con las que quieren disimular su inactividad y su incompetencia.
La primera imagen mediática que se trasmite la ocupan Saavedra y Román Rodríguez, con inexplicable ausencia de José Miguel Pérez, y nos hablan del metro y de una línea subterránea de tren con primera parada en Jinamar y coste cercano a los mil millones de euros.
Creanme, el Cabildo no esta gobernado por Antoñita la Fantástica, y el tren es tan veloz que no ha empezado y ya esta parando en Jinamar. La ansiedad, la excitación y demás turbulencias que se pueden despertar en la ciudadanía haría aconsejable encargar, mediante riguroso concurso público, un video-juego llamado "el tren", que permitiría anticipar en años su disfrute y uso, aunque fuera por los senderos de la imaginación.
Se imaginan ustedes lo que significaría recorrer la ciudad en metro hasta llegar a la estación polivalente, que enlazaría este medio de transporte con las guaguas y taxis, y de donde partiría el tren, primero hacia Jinamar y luego hacia cada una de las seis estaciones intercaladas hasta llegar a la zona turística. Vender el sueño antes que la realidad nos libera además de ásperas discusiones políticas, por el trazado y las paradas con los alcaldes afectados; de engorrosas discusiones presupuestarias; de disquisiciones ambientales sin fin, y un largo etc?
Que Gran Canaria tenga su tren virtual parece la opción de los que mandan en el Cabildo. Y hablo desde un legitimo derecho al pitorreo porque soy testigo del desnorte absoluto de un equipo de gobierno que no sale de la improvisación y del discurso victimista. De un presidente del cabildo que se llena la boca de ATI, para justificar todas sus carencias, y que es incapaz de masticar ningún problema de los que acucian a Gran Canaria.
Se trate de las medidas para recuperar e impedir la erosión de las zonas afectadas por el incendio, del tren, de la Orquesta Filarmónica, del futuro del Hospital de San Martín, de la parálisis turística o del caos de San Bartolomé de Tirajana. El pacto de gobierno del Cabildo tiene a Gran Canaria en un vaivén entre la decisión torpe o la huida hacia el mundo virtual, como si la técnica del video-juego pudiera consolarnos de la absoluta incapacidad para concretar ideas en proyectos, y proyectos en realidades, y prescindir de paso de tanto cantamañanas.







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