Indulto e insulto
Las tres derechas están haciendo una alianza de tres leches con la izquierda caviar representada por Felipe González, Alfonso Guerra y algunos barones más para hacer campaña contra la intención del gobierno de Pedro Sánchez de indultar a los políticos independentistas encarcelados por sedición hace tres años, cuando el gobierno de Puigdemont formalizó una república de mentirijilla que solo duró ocho segundos tras su proclamación.
Por aquella trastada y por el referéndum ilegal una pila de políticos catalanes soberanistas está cumpliendo penas de prisión o exiliada en Europa, que los ha acogido sin preguntar si querían más a papá o a mamá.
Todos los medios conservadores y reaccionarios de España están haciendo también campaña en contra de la decisión del gobierno de perdonar a los políticos presos porque al parecer son más peligrosos que la mafia siciliana, aunque yo solo veo gente muy obediente hasta en la cama, como cantaba el grupo Jarcha en la transición democrática.
No deja de ser curioso que los que rechazan de plano esos indultos sean los mismos que indultaron a quince terroristas catalanes de Terra Lliure cuando Aznar presidía el Gobierno de España. Al parecer para estos falsos e hipócritas moralistas los políticos catalanes soberanistas son más peligrosos que los terroristas catalanes independentistas.
También es curioso que la derecha cuartelera y clerical no ponga la otra mejilla y se sienta incapaz de perdonar a unos políticos que se extralimitaron por amor a su patria.
Esa derecha y esa izquierda caviar que indultaron a golpistas del 23F y a terroristas catalanes se sienten incapaces de hacer lo mismo con los políticos independentistas, como si el soberanismo fuera un delito mayor que el terrorismo.
No casa que unos políticos y opinadores que defienden tanto la cultura cristiana se pasen por el forro las enseñanzas evangélicas y se nieguen a perdonar al prójimo que piensa distinto y que actúa de otra manera pero que ni ha matado ni ha robado ni ha violado ni ha torturado.
Es la típica superioridad moral de la derecha patriotera, que no patriota, en todo caso patriota de hojalata. Se cree tan superior que levita y desde ahí arriba las cosas se ven distintas porque se observan por encima del hombro de los demás.
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