Este miércoles, 10 de marzo de 2021, se cumplen 14 años de la desaparición de Yéremi Vargas, el menor que, en 2007, cuando tenía solo siete, fue visto por última vez jugando en un descampado de Vecindario, en Santa Lucía de Tirajana (Gran Canaria). Desde entonces, la desesperación, la angustia y, a su vez, la esperanza, han acompañado a una familia que actualmente, 5.114 días después, mantiene la fe en que pueda reabrirse el caso para saber qué pasó con el pequeño.
El suyo es, claramente, uno de los sucesos que más ha impactado a la sociedad grancanaria –y canaria en su conjunto– en las últimas décadas. 14 años después de su desaparición, el nombre de Yéremi Vargas despierta un sentimiento de dolor compartido con una misma pregunta: ¿Qué fue lo que pasó? Mucho se ha especulado sobre los motivos que pudieron provocar la pérdida del menor, desde una posible venganza familiar a un supuesto caso de pederastia. Sin embargo, a día de hoy, no hay nada que pueda acreditar las numerosas hipótesis que se han barajado. Y es que lo cierto es que nadie pensó que cuando Yéremi jugaba en un descampado próximo a su casa de Vecindario ya nunca más volvería.
De hecho, esta tragedia, que llegó a paralizar incluso el corazón de Gran Canaria, se tradujo inmediatamente en la movilización de un dispositivo sin precedentes en la Isla, con la participación de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado y cientos de voluntarios entregados en dar con el paradero del niño. Además, miles de personas promovieron numerosas concentraciones de apoyo a su familia, más atemorizada –aun si cabe– por la desaparición reciente de Sara Morales –la joven canaria de 14 años que desapareció en julio de 2006– y también por la desaparición de Madeleine McCann, la niña británica que fue vista por última vez en mayo de 2007 en Portugal y cuyos padres quisieron recordar también a Yéremi en una de sus muchas apariciones televisivas.
Antonio Ojeda 'El Rubio', principal sospechoso
La investigación, que en todo ese tiempo nunca cesó, dio un giro radical en marzo de 2012, cuando la Guardia Civil confirmó el hallazgo de nuevos datos enmarcados en un vehículo y en la ropa del menor. Sin embargo, fue en julio de 2016 cuando la Benemérita localizó a un sospechoso en potencia de la desaparición y el posible homicidio de Yéremi Vargas: Antonio Ojeda 'El Rubio', quien se encontraba encarcelado en Algeciras desde 2015 por abusar sexualmente de un menor de edad en 2012. Por ello, fue trasladado a la cárcel de Juan Grande, al sudeste de Gran Canaria, aunque desde un principio se negó a declarar y, a su vez, a ofrecer muestras de ADN. Ahí, la Guardia Civil aclaró que había "indicios suficientes para realizar" la acusación de homicidio a pesar de que el cuerpo del niño no hubiera aparecido.
Según datos oficiales, coincidía que el imputado era titular de un Renault 5 blanco, modelo Oasis, con las mismas características que los investigadores habían estado relacionando con la desaparición de Yéremi. José Suárez, abuelo del menor y portavoz de la familia, aseguró en ese entonces a los periodistas desde la puerta de su domicilio, junto al solar en el que desapareció su nieto, que el detenido, que vivió apenas a 50 metros de su casa, era conocido en el barrio, pero nunca tuvieron trato. "Conmigo ni un adiós siquiera, ni una palabra. Lo vi varias veces mirando a los niños mientras jugaban en el parque o en el solar", declaró Suárez, quien confirmó que Ithaisa, la madre del menor, se encontraba "rota y derrumbada por la ira y los nervios". "Solo espero que hable y diga dónde está el niño", deseó la progenitora.
Poco después, en septiembre de 2016, cinco testigos reconocieron haber visto el coche de 'El Rubio' por la zona en la que desapareció Yéremi y, además, un compañero de celda del acusado dijo que este le habría contado cómo acabó con la vida del menor y, posteriormente, quemó su cuerpo. "Se me fue de las manos, echó a correr y tuve que desaparecerlo", le dijo supuestamente Antonio Ojeda cuando su compañero le preguntó por Yéremi, según contó el recluso al Juzgado que investigaba la desaparición del niño de Vecindario, pero 'El Rubio' se negó a declarar e, incluso, intentó involucrar a terceras personas en esos hechos, mediante comentarios a otros presos.
Tal y como se publicó en su día, al parecer, el estado de ánimo de Antonio Ojeda cambió el 5 de diciembre, cuando le comunicaron que la Audiencia de Las Palmas lo declaraba culpable de haber abusado de otro niño en 2012 en El Doctoral, y le imponía cinco años de cárcel. Su compañero en la cárcel de Juan Grande contó que esa misma noche Ojeda regresó a la celda muy nervioso y abatido, defendiendo que era inocente, que no conocía al niño de El Doctoral y que ese era "un marrón" que quería endosarle la Guardia Civil.
"Entonces yo le dije: ¿y el otro niño, Antonio? Y me contestó que ese era un tema que se le había ido de las manos, que el niño había intentado correr, que él había intentado agarrarlo, que se había dado un golpe en la cabeza y que tuvo que desaparecerlo", testificó este recluso ante el juez.
Normas de participación
Esta es la opinión de los lectores, no la de este medio.
Nos reservamos el derecho a eliminar los comentarios inapropiados.
La participación implica que ha leído y acepta las Normas de Participación y Política de Privacidad
Normas de Participación
Política de privacidad
Por seguridad guardamos tu IP
216.73.216.55