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INMIGRACIÓN

La borrasca anega el campamento del ‘Canarias 50’ y lo convierte en un polvorín

Migrantes alojados en el 'Canarias 50' con pancartas reivindicativas. / El Español Migrantes alojados en el 'Canarias 50' con pancartas reivindicativas. / El Español
Ruymán J. Jiménez | TIEMPO DE CANARIAS
Domingo, 07 de Febrero de 2021
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Las tiendas donde pernoctan los migrantes acogidos en el acuartelamiento de La Isleta se inundan con las lluvias

El temporal que estos días ha recorrido el Archipiélago ha destapado las vergüenzas del campamento montado por el Ministerio de Migraciones en los terrenos del antiguo acuartelamiento ‘Canarias 50’ en el barrio de La Isleta de la capital grancanaria.

 

Las lluvias han anegado varias de las tiendas donde pernoctan los inmigrantes y el agua ha llegado a alcanzar varios centímetros de altura desde la noche del pasado jueves, cuando se activó la alerta por la llegada de una profunda vaguada a las Islas.

 

Carpas dormitorios completamente inundadas, con el agua cubriendo a decenas de migrantes, en chanclas, hasta los tobillos en un campamento completamente desbordado en plena madrugada, mientras otros tratan de poner las piernas en alto y mantener secas sus escasas pertenencias.

 

Es la fotografía que describe este sábado un reportaje de ‘El Español’ que denuncia las inhumanas condiciones que se viven en el campamento habilitado por Migraciones en los terrenos del Ministerio de Defensa y que acogen a alrededor de medio millar de migrantes, la mayoría de origen marroquí.

 

A la tensa situación que se respira en la Isla tras la llegada masiva de migrantes, con una creciente inseguridad, se suman ahora las escasas condiciones de habitabilidad que presentan algunos de los recursos habilitados por el Gobierno del Estado para acoger a los varios miles de migrantes llegados al Archipiélago en los últimos meses y que aún permanecen en las Islas.

 

Si este viernes el primer centenar de migrantes trasladados al campamento de Las Raíces en La Laguna –también en terrenos militares– protagonizaban un conato de motín al encontrarse con tiendas de campañas montadas sobre un barrizal y temperaturas inferiores a los diez grados, ahora se conocen las dantescas escenas que se viven en el levantado en el ‘Canarias 50’ desde las primeras lluvias de este jueves.

 

A las inundaciones de los últimos días, los migrantes –muchos de ellos desalojados de los complejos turísticos del sur de la Isla– suman sus quejas por la falta de calefacción, la ausencia de agua caliente en las duchas o la mala comida.

 

Aseguran que los han metido “en una prisión”, si bien la Delegación del Gobierno –que niega un aumento de la inseguridad, a pesar de los altercados registrados en las últimas semanas en diversos puntos de la Isla– asegura que tienen libertad de movimientos. Lo cierto es que en los últimos días se está instalando alambrado de espinas por todo el recinto, cuyo despliegue Migraciones atribuye a una “cuestión de seguridad”.

 

Con todo, la situación en el interior del campamento, relata ‘El Español’, es muy tensa, con los nervios a flor de piel. Los migrantes quieren seguir su camino hacia la Europa continental, pero la negativa del Ministerio de Interior a permitir las derivaciones hacia la Península ha convertido las Islas en una cárcel de facto y generado un caldo de cultivo que convierte los distintos recintos habilitados por Migraciones en auténticos polvorines a punto de estallar. Las inundaciones causadas por la lluvia han sido una chispa más que contribuye a prender la mecha.

 

“Somos 25 personas durmiendo en cada tienda. No tenemos camas como en los hoteles. Son colchones finos en los que no se puede dormir bien. Hay gente que acaba durmiendo en el suelo. Y esta vez el suelo se ha inundado”, denuncia Taufik (18 años), uno de los migrantes marroquíes trasladados al ‘Canarias 50’. En estas instalaciones, casi medio millar de personas se reparten en 24 carpas levantadas para albergarlos.

 

El incidente del agua tuvo lugar la madrugada del 4 al 5 de febrero. Sucedió en la última de ellas, la que está mas próxima al sumidero. En las imágenes de esa noche se aprecia cómo decenas de hombres se suben a los catres para mantenerse secos, o se mojan cuando intentan moverse. Zapatos y basura circulan entre ellos.

 

El Ministerio de Migraciones ha intentado quitar hierro a un episodio que consideran “puntual” y atribuyen a una cuestión técnica y externa que sólo ha afectado una carpa y que se encuentra ya en proceso de reparación. El departamento asegura que se trata de un problema de canalización y que ya se han coordinado con los servicios municipales para arreglarlo. Sin embargo, para los migrantes que ocupan el espacio, esta ha sido la gota que ha colmado el vaso. “Nadie pudo dormir en toda la noche. Nos subíamos en las camas como si hubiera ratas. Zapatos mojados, ropa mojada, todo mojado. Todo el mundo corriendo”, señala Taufik.

 

La lluvia ha sido el colofón, pero las carencias que denuncian los migrantes vienen de lejos y son coincidentes. La primera es que tienen frío. No disponen de calefacción, imprescindible para sobrellevar este temporal. Desde el Ministerio han asumido dicha carencia.

 

Reconocen que el campamento no dispone de calefacción y que el equipo que se le ha concedido a los recién llegados para resguardarse del frío, hasta que resuelvan el problema de la climatización, consta de un saco de dormir y dos mantas. La otra gran queja son las camas. “No es buena vida. No podemos dormir en esos colchones finos. Las camas son pequeñas para hombres adultos”, asegura Hicham, de 23 años y natural de Tánger.

 

Para solucionar estos problemas, el Ministerio ha adelantado que en marzo está previsto cambiar las tiendas por módulos prefabricados con baños propios, lo que –asegura– mejoraría la calidad de vida de los ocupantes y se ampara en la dificultad que entraña gestionar una emergencia de este calibre.

 

El pasado mes de noviembre, el titular de Migraciones, José Luis Escrivá, anunció un plan para crear 7.000 plazas de acogida para migrantes en el Archipiélago, unos campamentos que, lejos de acabar con las escenas de tensión vividas en el sur de Gran Canaria en las últimas semanas, están comenzando a repartirlas por todas las Islas mientras no se busca una solución definitiva a la crisis migratoria que azota a un Archipiélago donde llueve sobre mojado. Literal y figuradamente.

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