No está la cosa para fiestas. Mientras miles de familias están pasándolo mal debido a la crisis provocada por la covid-19 nuestros políticos siguen cobrando sus grandes sueldos. Muchos ciudadanos aun no han cobrado los ERTE, el desempleo sigue creciendo y empresarios continúan en pérdida al no poder abrir por la ausencia de turistas.
Nos preguntamos (ahora más que nunca) a qué se dedican determinadas figuras como los concejales de festejos cuando se han suspendido romerías, fiestas populares, conciertos, entre otro tipo eventos.
El impacto de la covid-19 puede incrementar la pobreza en unas 47.500 personas en Canarias según un estudio reciente de una ONG, pero continúa la hipocresía administrativa, nadie cede. En nuestro municipio la situación se agrava con cientos de empresarios y proveedores esperando a cobrar sus facturas.
Y hablando de fiestas. Parece ser que el Gay Pride de Maspalomas sigue pa´lante con su celebración en octubre mientras el Gobierno de Canarias mantiene las fiestas populares suspendidas hasta nuevo aviso. ¿Es conveniente celebrar este tipo de eventos mientras en el resto del país y del mundo están habiendo rebrotes? ¿Cómo va a garantizar el Ayuntamiento y la organización los protocolos de seguridad en una fiesta a la que acuden más de 200.000 personas?
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