Diversos juzgados han dejado ya claro a lo largo y ancho de la nación que los ruidos nocturnos deben ser combatidos y que los ciudadanos tienen derecho a la suficiente calma y tranquilidad nocturnas para asegurar el debido descanso de las personas.
Parece que en las zonas turísticas las autoridades son reacias a verlo igual y no actúan de la debida forma cuando se trata de combinar el derecho de unos turistas a dormir con el derecho de nacionales mayoritariamente y de otros turistas a pasárselo bien.
Es intolerable que unos muchos que quieren usar sus vacaciones para irse a la playa pronto y aprovechar al máximo las horas de sol para broncearse y descansar, la gran mayoría, se vean limitados, dada muchas veces la cercanía de los establecimientos alojativos con otros de ocio, por unos cuantos incívicos o borrachos.
No es tolerable que donde unos quieren dormir otros lleguen con sus coches tuneados, con miles de decibelios o motos o con escapes libres o manipulados y se pongan a berrear y nadie intervenga para combatirlo.
Comer de madrugada sí pero en silencio. Quizás sería bueno crear unas licencias de hamburgueserías u otros (Sin música alguna) en lugares donde no molesten, e invitar a los actuales titulares de los negocios a que abran una sucursal o se trasladen al igual que lo han hecho muchos comerciantes o negocios de hostelería que manteniendo los establecimientos de Playa del Inglés están también instalados en Meloneras.
c Miguel hartoch /02/2008
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