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PANDEMIA | CORONAVIRUS

Los que no se pueden quedar en casa

Fuerzas de seguridad, taxistas, personal de limpieza o de supermercados salen a diario de sus casas para dar un servicio imprescindible durante el estado de alarma

NOELIA VIERA
Sábado, 21 de Marzo de 2020
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Primer día de confinamiento. Iban Carlos llega con mascarilla y guantes a una de las piscinas de los complejos turísticos a los que va habitualmente en Playa del Cura. Es socorrista y conoce a la mayoría de los turistas que allí se alojan, pues muchos vienen por temporada. Su labor ese día más que salvaguardar a los bañistas consistió en primer lugar en separar y aislar clientes. Todos los que no eran familia debían guardar un metro y medio de distancia. “Casi todos lo entendían, pero otros no y te hacían demasiadas preguntas. Muchos venían a saludarme como habitualmente tengo gran complicidad incluso amistad con algunos de ellos y se me hizo durísimo tener que ponerme en una postura hostil y distante”, relata. Tanto es así que al final del día tras salir y volver a entrar en su coche Iban explotó a llorar. “No sabía muy bien el por qué, me agobié, fue un día durísimo, quizás por pensar en todo lo que se nos venía encima”, recuerda. Pasaron los días y todo fue más tranquilo, los turistas han ido entendiendo las medidas y las piscinas de los diferentes establecimientos turísticos cerrándose, tanto es así que la empresa para la que trabaja, de unos 60 empleados, ya ha tramitado un ERTE (Expediente de regulación temporal de empleo). Iban a día cuatro de la cuarentena ya sí se tiene que quedar en casa. En breve, todos los hoteles y alojamientos de España quedarán vacíos, ya que el Ministerio de Sanidad ha dictado una orden por la que declara el cierre obligatorio de establecimientos turísticos antes del próximo día 26 de marzo.

 

Cristina Ramírez acude a su oficina donde trabaja como administrativa de Recursos Humanos en una empresa que se dedica al área sociosanitaria. Es el tercer día de confinamiento y ella como sus compañeros trabajan a puerta cerrada con medidas estrictas de prevención. “Tenemos guantes y desinfectantes de mano en cada mesa, limpiamos las mesas al entrar y al salir, y éstas están separadas”. En total son 15 personas y su trabajo es primordial ya que desvían personal a ambulancias o centro de mayores. “La situación es bastante tensa, hay mucha gente de las ambulancias que se han contagiado por llevar a pacientes”, asegura.

  

Siete de la mañana del quinto día de la cuarentena. Sonsoles Abrante abre la panadería- cafetería en la que trabaja en San Fernando de Maspalomas. Pero hoy al igual que desde que el Gobierno central decretara el Estado de Alarma su jornada laboral acabará antes para todos, a las 14.00 horas. “De momento hemos acordado entre los trabajadores y el jefe este horario para poder trabajar todos y no tomar decisiones más drásticas”, dice. En total son cinco empleadas, las otras dos trabajadoras están de vacaciones. Ahora mismo ya solo pueden vender pan y todo lo que hacen en la panadería, desde ayer se ha decretado la prohibición de manipular embutidos. “Cada vez viene menos gente, nuestro fuerte era la cafetería y los bocadillos, y ya ni éstos podemos hacerlos”, afirma con resignación.

 

Muy diferente es la situación de las grandes cadenas de supermercados donde los clientes tienen que aguardar cola para entrar debido al protocolo dictado por Sanidad. “Conforme han pasado los días la gente está más calmada y va a comprar cívicamente, antes de que se decretara el Estado de Alarma fue un auténtico caos, la gente iba a comprar a lo loco ante la incertidumbre…hicimos cifras récord en ventas, se llevaban 10 o 20 garrafas de agua, paquetes de leche, azúcar, cajas de pasta…algo que yo nunca había visto”, cuenta Francisco Javier González, trabajador de un supermercado en San Fernando de Maspalomas. Si algo ha quedado claro con el paso de los días es que el abastecimiento de alimentos está asegurado, si bien hay determinados productos que se acaban en el día “al día siguiente están repuestos y los domingos nos viene mucha más mercancía de la normal”. Y es que la situación en los supermercados dista mucho de la que atraviesan otros sectores y pequeños comerciantes. Mientras que la gran mayoría están teniendo que recurrir a ERTE, a algunos trabajadores de supermercado le han aumentado el número de horas. Es el caso de Marisabel Viera, quien relata que los primeros días “no dábamos abasto, tuvimos que suspender los envíos a casa y ahora sólo se permiten un máximo de 30 envíos al día”. Respecto a exponerse diariamente a poder contagiarse de coronavirus afirma que a veces “siente miedo pues la propia gente al hablar todo el día del tema te va metiendo el miedo”, si bien, señala que se toman todas las medidas de prevención recomendadas por lo que prefiere ir a trabajar ya que a su vez "ayuda a despejar la mente”. Su labor como la de Francisco es en estos momentos vital y aunque siempre llega “algún cliente nervioso” o que le cuesta adoptar las medidas establecidas, por lo general “la gente es amable” e “incluso nos agradecen la labor que estamos haciendo”, reconocen.

  

Óscar Marrero sale de su casa en Mogán. Son las tres de la tarde del sexto día de confinamiento. Agarra el volante del taxi de su padre, y tras varias vueltas espera a la primera carrera del día. Una hora y media después recibe una llamada de un servicio en Puerto Rico. Es un cliente que quiere ir a la farmacia, cuyo total del recorrido es: 3,50 euros. Con mascarilla y guantes cada vez que baja un cliente Óscar debe desinfectar toda la parte trasera del vehículo. El fin de la jornada se lo marca una hora antes “porque no había trabajo”. En total ha logrado recaudar 35 euros. “Todos los trayectos que he hecho han sido al supermercado o a la farmacia”. Difícilmente podrá hacer frente a los pagos de autónomo, el seguro del coche o los gastos de mantenimiento del vehículo “pero es lo que toca”, manifiesta. Su próxima jornada será el domingo pues su licencia pertenece al número par, tal y como ha dictado el Ayuntamiento de Mogán de que sean las Licencias Municipales pares las que trabajen los días pares del mes, y las impares el resto.

  

Amanece el séptimo día de confinamiento y un día más fuerzas de seguridad y cuerpos del Estado, taxistas, conductores de guaguas, panaderos, personal de limpieza, ortopedas, trabajadores de almacenes, tiendas y servicios de primera necesidad, repartidores, entre un largo etcétera…salen a diario de sus casas para dar un servicio imprescindible para la sociedad en tiempos de alarma nacional. Sin olvidar por supuesto a los médicos, personal hospitalario y sanitarios, quienes luchan desde un primer plano contra este virus que nos amenaza y se arriesgan día a día por salvarnos. Es por ello que merecen mención especial en un siguiente artículo.

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