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Inmigración, contratos basura..¿Turismo de calidad?

Lunes, 11 de Febrero de 2008
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España ha pasado en pocos años, de ser un país de emigrantes a ser un país donde recibimos a muchos inmigrantes. Nuestra memoria nos empuja a comprender bien y apreciar al inmigrante que llega con ilusión, para formar su futuro entre nosotros. Muchos españoles seguimos dejando nuestras casas en pos del trabajo que nos brindan otras provincias y que nos motivan al abandono de nuestras comodidades, por la justa ambición de conseguir nuestra promoción personal en nuestro mundo profesional que hemos elegido. Por todo ello, podríamos decir que el inmigrante, en líneas generales, es bien acogido, y muchos intentamos ayudarles en sus penurias y dificultades. El rechazo al inmigrante no suele ser común entre nosotros, y solo lo encontramos entre gentes de limitada cultura, que suelen vestirse de amor y defensa de sus orígenes, pero que en el fondo es debido a que no quieren ser molestados, ni invadidos en su limitado mundo. Y dicho lo dicho, ¿cómo es el final del cuento? Nuestra política de inmigración debería ser revisada para que, al trabajador que viene de fuera, le recordemos sus obligaciones de comportamiento en su mundo nuevo y desconocido, y respetándole sus derechos, le ayudemos para que él pueda ayudarnos a nuestro desarrollo económico, con la rentabilidad de su trabajo. El inmigrante no debería sólo ser un número estadístico para demostrar el crecimiento de nuestra economía, ni para asegurar las cotizaciones necesarias del futuro. Si éste fuese el objetivo, podríamos equivocarnos en el planteamiento económico y llegar a la conclusión de que los costes sociales que la inmigración también necesita, hospitales, escuelas, ayudas en enfermedad y paro, tienen que estar también planificadas, y que al final, las cotizaciones del inmigrante de unos pocos años, podrían no ser suficientes para compensar los servicios que tendrán derecho a recibir en el futuro. Es obligación del Estado prepararse, para tratar con dignidad, al que voluntariamente recibimos. Deberíamos exigir estricto control en las entradas ilegales de los inmigrantes que sin tener trabajo reconocido, entran en el sub-mundo del trabajo ilegal como único camino que la sociedad española, hipócritamente les permite, como mejor medio para cubrir los trabajos mas duros, con salarios de miseria. La oferta de mano de obra barata, muy arraigada en el mundo de la inmigración y que contamina el mundo laboral, con los contratos y salarios basura, debería finalizar y erradicarse Cualquier trabajador merece un salario digno. Bienvenido sea el inmigrante. Con trabajo digno y correctamente remunerado. Que aporte su propia profesionalidad y en su carencia, recuerden las empresas que tendrán la obligación de realizar la formación que los inmigrantes precisen. Darles la oportunidad de crear el futuro estable que buscan y merecen, será el mejor premio para el trabajador, y la acción más inteligente del empresario. La hostelería necesita alta profesionalidad y buen servicio. Sería bueno que los sindicatos se preguntaran el motivo de tanto abandono del puesto de trabajo habitual en el trabajador local, que se aleja de la hostelería, en busca de otros horizontes. Su rechazo debería ser analizado, y si es posible, crear la ilusión necesaria en las empresas. Controlar los horarios que se obligan, horas de descanso, y salarios correctos, podría ser el punto de partida para solucionarlo. La Empresa tiene pilares importantes. El mejor pilar de la empresa turística, en Canarias podría ser el clima, y a continuación, sin duda, la amabilidad del empleado con el cliente para darle un trato personalizado. El cliente merece sentirse tratado con educación, amabilidad y respeto. El empleado necesita sentirse parte de la empresa, vincularse con los objetivos y responsabilizarse de los resultados. Estas sensaciones no pueden darse con contratos basura, o con contratos eventuales. La Hostelería necesita empleo de calidad, para conseguir clientes de calidad. La procedencia del trabajador, no es tan importante.
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