La concentración de carroceros acampados desde el viernes en los jardines del centro comercial Yumbo ha sido una de las estampidas más insólitas, así como una demostración de pasión por la cabalgata jamás vista. No es la primera vez que se agrupan y nos tememos que tampoco la última, sin generalizar.
El fenómeno de las carrozas ha cogido tanto interés que no se explica desde otro punto, que el especulativo sin límites. Los casi millones de euros que mueve este sector se ha convertido en uno de los negocios que más caja hacen en el menor tiempo. A todo esto, ya que estamos, nos preguntamos si existe algún control de la economía que mueven. ¿La inspección de Trabajo, Hacienda y la Seguridad Social realiza controles sobre estos bares reconvertidos en discotecas a cuatro ruedas? ¿Quién controla lo que se consume en su interior?
Más dudas: ¿Existen medidas de seguridad suficientes como en cualquier local de ocio para prevenir accidentes en el interior? Colas, acampadas, bulos, pero también algo de autocrítica, autocontrol y mejora de las condiciones de cada carroza para asegurar la fiesta y el vacilón.


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