La crítica es algo fácil y cómodo. Encajarla es otra cosa. En esta era trivial donde las redes sociales se han convertido en el refugio de los frustrados que intentan intoxicar al resto; los cambios de perfiles, meteduras de pata, la ira y la rabia contenida forman parte de una sociedad que esconde su verdadero comportamiento en público.
A medida que se acerca el periodo electoral, más surgirán y se mantendrán en el mismo umbral sin diagnosticar, manipulados por mentes inductoras y sobres de esperanza con algunos euros incluidos. Empezamos a ver con asombro como nace un perfil, se cambian a una asociación, entran en una plataforma, llegan a un partido político, se marchan, crean un colectivo para defender un asunto concreto y mientras tanto, las camas sin hacer, los niños sin atender y el fregadero sucio (ya se sobrentiende). Afortunadamente, las redes empiezan a darse cuenta de que pierden credibilidad si no marcan los límites del derecho a la libre expresión y honor de los afectados, y cada vez es más complicado participar sin diagnóstico y tratamiento previo.
Psiquiatra | Jueves, 27 de Septiembre de 2018 a las 01:25:24 horas
Conozco a muchos pacientes que no se toman la medicación y les entra la ira. Se divorcian, lo pierden todo, les echan de los partidos, no producen, se pelean con la familia y como nadie les escucha se meten en facebook. Mi despacho sigue abierto en la calle T....
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