Normalmente los nacionalismos alimentan proyectos socio-políticos alentados por sentimientos de identidad, que creen estar en situación de permanente peligro, de terror ante la posibilidad de perder las señas culturales, religiosas, históricas o políticas.
Es ese sentimiento profundo alentado por el mito de la identidad nacional y alimentado por la sensación de miedo, lo que permite reconocer el sentimiento que anima a dirigentes nacionalistas catalanes, vascos, gallegos, canarios, etc, e igualmente azuza a los que salen a la caza del emigrante (marroquíes en El Ejido, sudamericanos en Alcorcón) y sobre todo a los que dicen "España para los españoles"
Este mito perverso de identidad nacional, en momentos en que la pluralidad identitaria es una realidad evidente, tiene su culmen en el discurso de la raza biológicamente superior, discursos estos que han llevado a enormes tragedias en nuestra historia. Estas perversiones no se limitan únicamente a caminos superados científicamente, más en estos momentos cuando los resultados del mapa del genoma nos muestran la insignificancia de las diferencias biológicas.
Las diferencias de tipo cultural, étnico, hacen posible un campo para el racismo que desprecia a los otros cargándoles rasgos negativos a su identidad étnica, elogiando al mismo tiempo las virtudes del temperamento nacional de su grupo. Esto es Neoracismo, aunque a veces se presente como defensor de los pueblos para mantener su identidad cultural. En nombre de esta identidad se suele tender hacia el aislamiento de otros grupos étnicos, para evitar que se estropee su supuesta identidad, esto conduce inevitablemente a una forma sutil de justificación de las políticas de exclusión.
Todos estos pensamientos son comunes a todos los nacionalismos no solo los vascos, catalanes, etc, sino también al nacionalismo español, francés, británico, etc, no hay más que recordar a dirigentes como Le Pen, Haider que permiten reconocer en su discurso identitario posiciones similares, y que coinciden en anteponer la identidad diferencial o la construcción nacional, a los valores universales del humanismo, que dan sentido a la condición de ciudadanía y a la cultura democrática.
Desde esta intolerancia xenófoba es posible comprender sucesos como los acaecidos esta última semana en Barcelona, agresión en el metro a una menor ecuatoriana, discriminación en un tren a un medico cubano, o la agresión hoy en Madrid por parte de un grupo de skins a ciudadanos negros.
Por todo esto se necesita urgentemente sobre todo en el plan educativo, luchar contra la tendencia a presentar el respeto a la diferencia identitaria como un valor absoluto, defendiendo el universalismo plural como la mejor vacuna ante derivas totalitarias y xenófobas que siempre amenazan la convivencia democrática.
Desde esta intolerancia xenófoba es posible comprender sucesos como los acaecidos esta última semana en Barcelona, agresión en el metro a una menor ecuatoriana, discriminación en un tren a un medico cubano, o la agresión hoy en Madrid por parte de un grupo de skins a ciudadanos negros.
Por todo esto se necesita urgentemente sobre todo en el plan educativo, luchar contra la tendencia a presentar el respeto a la diferencia identitaria como un valor absoluto, defendiendo el universalismo plural como la mejor vacuna ante derivas totalitarias y xenófobas que siempre amenazan la convivencia democrática.






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