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Si esa gente que nos gobierna o nos desgobierna fuera realmente demócrata, nos evitaríamos las denuncias y los recursos judiciales que emborronan cualquier actividad política.

  Si Rajoy y compañía tuvieran en cuenta lo que pensamos los canarios del petróleo y Repsol, sobraría el enfrentamiento que el gobierno central tiene con el autonómico a cuenta de unas prospecciones indeseadas.

  Si Madrid no se fía de las encuestas que se hacen en las islas encargadas por el Gobierno canario, siempre tendrá la opción de encomendarlas directamente desde la metrópoli para comprobar que los resultados apenas difieren.

  Si el Gobierno central no se hubiera empeñado en autorizar los sondeos, el ejecutivo canario no habría recurrido esa decisión en los tribunales de justicia.

  Si Soria no hubiera judicializado la política, los juzgados estarían hoy menos colapsados y la justicia sería un poco menos lenta de lo que es, lo que la hace esencialmente injusta.

  Si las autoridades se hubieran hecho eco de los sondeos demoscópicos sobre los petrolíferos, hoy el barco de Repsol solo estaría haciendo catas de vino y no a pocos kilómetros de nuestras costas horadando el subsuelo marino.

  Según las encuestas realizadas por las dos universidades canarias, 15 de cada 20 paisanos están contra las prospecciones y solo 3 de cada 20 son partidarios de las ellas. Por otro lado, 2 de cada 20 no saben o no contestan.

  Entre estos últimos están Soria y Hernández Bento. Por cada uno de ellos hay cinco que piensan lo contrario, y entre los mismos estará con toda seguridad buena parte de sus correligionarios.

  El PP ha decidido hacerse el haraquiri electoral en Canarias, pero su jefe de filas está tranquilo porque previsiblemente le espera un buen destino que cruzará por una puerta giratoria y le conducirá a un paraíso ajeno a las islas.

  Qué bueno vivir aquí.