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Caos predecible

IBÁN URIARTE RIVERO Viernes, 31 de Octubre de 2014 Tiempo de lectura:

No podemos aceptar disculpas o dilaciones innecesarias en lo que debiera ser una toma de decisiones de carácter coercitivo desde el minuto uno...

La sociedad en su conjunto, por primera vez, dice basta a tanto dispendio político basado en la corrupción manifiesta y transversal para todos los partidos políticos de carácter mayoritario.

No podemos aceptar disculpas o dilaciones innecesarias en lo que debiera ser una toma de decisiones de carácter coercitivo desde el minuto uno en cuanto al conocimiento de la comisión de las mismas.

Estamos cansados de observar como en los plenos parlamentarios, en vez de reconocer errores y subsanarlos inmediatamente, éstos se tornan en un vulgar partido de tenis metafórico de acusaciones recíprocas como si de un ranking de indeseables se tratase y el mejor es que menos signos de endeblez ética disponga en su ya indeseable listado de percebes.

Aquí no se trata de realizar uno u otro planteamiento de transparencia que, a la postre es un mero brindis al sol con formalidades meramente enunciativas e insustanciales en tanto en cuanto no hay imposición alguna de responsabilidad penal respecto de quienes acometen esta práctica ilegal y torticera.

En otro orden de cosas, resulta irrisorio, pero alarmante, que la propia fiscalía, que para eso está, no inicie de Oficio, en aras de agilidad procedimental, acciones conducentes a erradicar este cáncer que asola a la ciudadanía y pone en claro entredicho la necesidad de contar con políticos para encauzar el denominado y obviado estado de bienestar.

Por si no lo saben nuestros eminentes políticos, seguimos en crisis, los pobres son más pobres y los ricos más ricos, hasta tal punto que las primeras veinte familias con mayor poder adquisitivo de España detentan igual riqueza que catorce millones de ciudadanos de a pie que dentro de una fórmula eminentemente matemática y contrastada por los medios de comunicación, deberían trabajar cerca de cuatro mil años ininterrumpidos para optar a las cantidades desorbitadas y de dudosa íntegra legalidad en relación a la obtención de las mismas.

Sin embargo la pelota de las responsabilidades políticas respectivas sigue de tejado en tejado, de campo en campo, sin detentar un nombre y apellidos propios amén de una acción única que detenga esta mala praxis que hace de nuestro Estado una Nación bananera vergonzosa.

Prueba de toda esta consideración es que la opción política Podemos, ya ha dejado de ser una idea de ilusos contra sistema, a una auténtica fuerza que está poniendo entre las cuerdas a los más fuertes y éstos no sólo lo perciben, sino que su miedo a perder sus cuantiosos emolumentos y cotas de poder les está llevando a realizar campañas, a cuál más surrealista que, a la postre beneficia a la meritada formación.

Hay que ser serios, hay que cambiar el sistema, no podemos embarcarnos en formaciones políticas que se han convertido en incipientes familias acomodadas y que son incapaces de reaccionar, sencillamente porque no han vivido en sus vidas los problemas actuales que acontecen en la sociedad española y si uno no está enfermo no necesita curarse y tampoco precisa formación para ello.

Y de ahí el problema, los políticos en general ostentan tantas prebendas que se han convertido en los actuales nobles de siglo XXI, predican el famoso todo para el pueblo pero sin el pueblo que ya se formulaba en épocas monárquicas de antaño y que todos sabemos como acabó.

O se da, un cambio radical en la política de este país predicando con un ejemplo y notoriedad extremo o estos señores van a observar en primera fila lo que hemos tenido que soportar el resto de los mortales y esa cura de humildad, definitivamente acabará con ellos por imposibilidad manifiesta de reinventarse.

Las opiniones de los columnistas son personales y no siempre coinciden con las de Maspalomas Ahora.

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