ICONOCLASTIA
La paja y el ojo
Aquí todos los crueles sanguinarios llaman fiesta a cualquier acto repugnante en la que sale un toro
El nuevo líder del PSOE, un hombre poco conocido fuera de los círculos políticos hasta hace nada, está haciendo todo lo posible por popularizarse y entrar en los hogares españoles. Como Pedro por su casa.
El otro día hizo pluriempleo. Mientras se colaba en ‘El Hormiguero’ de Antena 3 para encestar unas canastas junto a Pablo Motos, recordando su etapa como jugador del Estudiantes, llamaba a Jorge Javier Vázquez para persuadirle que siguiera votando PSOE y explicarle en directo por teléfono en el programa ‘Sálvame’ que él estaba en contra de lancear al toro de La Vega, a pesar de que el alcalde, correligionario suyo, proclamase a los cuatro vientos las delicias de esa “fiesta”. Aquí todos los crueles sanguinarios llaman fiesta a cualquier acto repugnante en la que sale un toro. La “fiesta nacional”, llaman los infames a la tauromaquia.
El caso es que Pedro Sánchez quiere mostrarse equidistante entre el PP y Podemos. Sánchez no nombra a Izquierda Unida, como si no existiera. En cambio a Podemos sí lo nombra, aunque de forma eufemística. A las huestes de Pablo Iglesias las llama populistas. Parece no querer hacerle propaganda, igual que cuando se omite el nombre de un hotel o un restaurante si antes no ha pasado por caja para pagar la publicidad.
El que anatemiza los populismos es el primer populista al elegir programas televisivos frívolos, como el de Motos, o de mal gusto (iba a escribir de dudoso gusto, pero no tengo dudas), como el de Vázquez, para colarse en nuestras casas por la puerta de servicio, donde se cocinan las encuestas que huelen a guisos de col y brécol.
Si Pedro Sánchez quiere que lo tomemos en serio, tiene que ser sincero y coherente. La próxima vez que le pregunte Lomana, su entrevistadora en Antena 3, debe tener la honestidad política de reconocerlo y llamar a las cosas por su nombre para no confundir al electorado. No puede criticar a Podemos por populista cuando él mismo recurre a ‘Sálvame’ para salvarse del naufragio político.
Eso es populismo. O hacer lo de Arias Cañete, que en la campaña electoral se subió a un tractor, aunque no supiera dónde estaba la marcha atrás.
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