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CRISTOBAL D. PEÑATE

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Avemaría

CRISTOBAL D. PEÑATE Ver comentarios 1 Jueves, 11 de Septiembre de 2014 Tiempo de lectura:

Los políticos se quieren hacer los graciosos, o los listillos, cuando se les pregunta por la resolución de un entuerto social y pasan la pelota a la virgen como si ésta fuera la responsable de su ministerio, consejería o concejalía

Aunque la fe no tenga nada que ver con la razón, resulta paradójicamente razonable escuchar a un obispo pidiendo a la virgen de turno que se cumpla de una determinada manera cualquier cosa. Lo que es verdaderamente patético es oír de boca de un político una advocación a la virgen para que arregle un problema público.

Los políticos se quieren hacer los graciosos, o los listillos, cuando se les pregunta por la resolución de un entuerto social y pasan la pelota a la virgen como si ésta fuera la responsable de su ministerio, consejería o concejalía.

Normalmente el político se comporta de esta forma tan surrealista por un motivo: ganar votos de un electorado en buena medida religioso (o eso cree él). Por lo general, se trata de políticos que no son nada religiosos, esos que suelen autodefinirse cínicamente como católicos no practicantes, como si alguien que no practicara el catolicismo pudiera ser católico. Eso es como definirse futbolista no practicante. Si no practicas no eres futbolista. Nos toman por bobos, y en buena medida tienen razón porque siguen con la misma argucia desde hace muchos años y les sigue dando resultado.

Este fin de semana en Teror desfilaron multitudes de políticos con el mismo discursito uniforme y desalmado: venimos a Teror a pedir a la virgen del Pino que resuelva este gran problema que tenemos del paro, venimos para pedirle que no haya una familia sin casa donde acogerse, venimos para que todos tengan un plato de potaje diario en su mesa (incluso para los que no les gusta el potaje), venimos para que la UD suba de una puñetera vez este año a primera, venimos para que me cure de esta cruel enfermedad… Y luego, al final si se cura es gracias a la Virgen del Pino, pero si no lo hace y muere la culpa se la echan los familiares a los médicos. Ver para creer. Nunca mejor dicho.


  Las creencias son muy respetables, pero a las personas religiosas hay que pedirles al menos que sean coherentes y razonables, si no es mucho pedir.

  Habría que decir a los alcaldes que los problemas de tráfico y de desempleo no se solucionan con rezos interesados sino trabajando y buscando la alternativa política adecuada.

  El ministro del Interior debe saber que la virgen a la que quiere condecorar no es la que acaba con el terrorismo a base de dos padrenuestros y tres avemarías; sino una política antiterrorista adecuada. Ana Botella y Esperanza Aguirre también deben saber que los problemas de Madrid no se solucionan con san Isidro labrador ni estacionando el coche en mitad de la Gran Vía, aunque sí quizá con sus dimisiones.

  Esta explicación didáctica es urgente porque si no los niños van a seguir creyendo en los reyes magos y en los peces de colores, y cuando cumplan 30 años continuarán en casa de sus padres si se portan bien.

 

Las opiniones de los columnistas son personales y no siempre coinciden con las de Maspalomas Ahora.

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