La idea de servicio
El servicio a los demás, al igual que la amistad, el amor y la felicidad, son realidades muy vinculadas
El servicio a los demás, al igual que la amistad, el amor y la felicidad, son realidades muy vinculadas. Nadie puede asegurarnos la felicidad, pero lo que a cada uno corresponde es procurar merecerla.
Procurar ser personas más sinceras, leales, generosas, pacientes o trabajadoras puede estar al alcance de cada uno de una manera más fácil que lo que a veces se piensa, porque la mejora personal no se alcanza cuando se considera un fin en sí misma, sino cuando nos apremia la necesidad de tratar bien a las personas.
Habituarse a pensar en los demás y a prestarles ayuda, sin servilismos, es una buena forma de servicio. Hay múltiples ejemplos de tareas comunitarias llevadas a cabo por personas voluntarias y anónimas que están desarrollando de manera desinteresada su trabajo, ocupando su tiempo y su capacidad para beneficiar a los demás. Es un trabajo relacionado con la libertad, la igualdad, la solidaridad, la tolerancia, el respeto por la naturaleza y la responsabilidad común.
La idea de servicio que tienen las personas voluntarias está basada en la gratuidad, la continuidad, la responsabilidad personal, el respeto y la valoración de las diferentes personas a las que prestan su ayuda.
El voluntariado, en general, considera la solidaridad como una determinación firme y perseverante de empeñarse por el bien común; no es un sentimiento superficial por los males de tantas personas cercanas o lejanas, sino una actitud definida y clara de procurar el bien de todos y cada uno.
Los voluntarios son conscientes de la responsabilidad social que libremente han contraído para intentar contribuir a procurar satisfacción a las personas que necesitan su ayuda y también son conscientes de que lo que hagan o dejen de hacer siempre tendrá repercusiones positivas o negativas en los que les rodean, y como fruto de este convencimiento se debe optar por participar buscando siempre el bien común.
Cualquiera que sea la causa que motive el servicio a los demás, necesariamente produce sentimientos de agradecimiento por parte de quienes lo reciben y también es motivo de reconocimiento, en alguna medida, de otros que son testigos de la actitud. Alguna reacción, impresión o percepción causa el hacer un servicio a los otros, aún sin conocer las intenciones del que lo efectúa.
En el terreno de la política se suele utilizar con frecuencia la frase: “estamos al servicio de los demás”, pero en una sociedad en la que se viven tantos desencantos, la gente mira hoy con desconfianza algún servicio prestado por determinados políticos que quieren estar en el poder intentando disimular las verdaderas intenciones que están detrás del servicio a la población.
Lamentablemente, para algunas personas el “servir” no es sino una forma encubierta de promover un estilo de sociedad estática y dependiente propiciando así una cultura del clientelismo instalando, especialmente en una población cultural y económicamente pobre, necesidades prefabricadas, estructuradas a propósito y de las que no se sale después tan fácilmente.
Cuando determinados políticos asuman de verdad lo que significa servir y no servirse de los demás, es decir, cuando se conviertan en verdaderos políticos y transformen el ejercicio de la política en tarea de servicio, en ese momento, empezarán a entender lo que es la solidaridad política y, por lo tanto, la verdadera política que se nutre con la fuerza de la ética y del servicio desinteresado a la población que es lo que de verdad puede dar el verdadero poder a los políticos.
Las opiniones de los columnistas son personales y no siempre coinciden con las de Maspalomas Ahora.







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