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REPORTAJE | CAIPSHO CENTRO DE PERSONAS SIN HOGAR

“Todos tenemos un momento de impacto en nuestras vidas en el que sabemos que necesitamos ayuda”

NOELIA VIERA
Sábado, 21 de Junio de 2014
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“Todos tenemos un momento de impacto en nuestras vidas en el que sabemos que necesitamos ayuda”. Es la afirmación contundente de Georgian, un exmilitar ucraniano que quiso dejar atrás las guerras y vivir tranquilamente, pero jamás pensó que se enfrentaría quizás a una de sus batallas más duras: vivir en la calle.

[Img #22041]“Todos tenemos un momento de impacto en nuestras vidas en el que sabemos que necesitamos ayuda”. Es la afirmación contundente de Georgian, un exmilitar ucraniano que quiso dejar atrás las guerras y vivir tranquilamente, pero jamás pensó que se enfrentaría quizás a una de sus batallas más duras: vivir en la calle.

Desde los barrancos de El Veril hasta las playas de Maspalomas pasó seis meses durmiendo a la interperie. Hoy Georgian comparte su historia de superación, que ha sido posible gracias al apoyo del Centro de Internamiento de personas sin hogar en San Fernando de Maspalomas, Caipsho.

Este exmilitar ucraniano, participó en varias guerras entre ellas la Revolución de Rumanía, realizó servicios de cooperación en África, entre otras experiencias. Hace cinco años decidió dejar su profesión, pues estaba cansado de viajar y quería "una vida más tranquila".

Así decidió emigrar a España, concretamente, eligió Marbella para buscar un nuevo destino. Georgian cuenta con un destacado curriculum para desenvolverse en una zona turística: maneja perfectamente cuatro idiomas y tiene experiencia  como camarero, pescador, y albañil.

Tras cuatro años con trabajos de corta duración obtuvo la nacionalidad española, sin embargo, su situación se complicó y optó por probar suerte en Gran Canaria. “La gente cuando no te conoce y siendo extranjero cuesta que te den una oportunidad a la hora de darte un trabajo”, manifiesta.

Cuando Georgian llegó a Maspalomas contaba con unos ahorros, pero no los suficientes para permitirse alquilar un piso, por lo que con su saco de dormir a cuestas comenzó una de sus aventuras más amargas. Junto a él, unas diez, incluso hasta quince personas, concidían en las frías noches. Alternaba dos semanas durmiendo en los barrancos y otras dos en la playa.

Sorprende la tranquilidad con la que relata su historia, no niega que fuera difícil pero asegura que se sentía durante todo momento fuerte físicamente y mentalmente preparado por su trayectoria como militar. “En momentos así lo que te ayuda es la fe y la esperanza, y yo supe desde que llegué a Gran Canaria, que tenía algo especial y que llegaría mi oportunidad”.

Y tras semanas llegó la primera señal de esperanza. Fue en una de esas noches a la intemperie frente a la Escuela de Música de San Fernando. “Llegó la mañana y comencé a caminar por la Avenida de Tirajana y paré un momento en el Centro Comercial Ronda, cuando de repente, vi la cruz de la Iglesia y supe que algo bueno vendría”.

Así, Georgian llegó a las puertas del comedor social de Caipsho en octubre de 2013, y allí se encontró con la ayuda de las que hoy llama “sus ángeles de la guarda”: Katia, Raquel y Mariló. Las trabajadoras sociales y una de las voluntarias del centro, que le han ayudado a su “retorno” en la sociedad.

Desde ese entonces, Georgian encontró en Caipsho un hogar donde comer y asearse, pero también donde compartir y encontrar amistades como Luis –nombre ficticio-, de un español más al que la crisis le jugó una mala pasada dejándole sin hogar, con el que compartió noches en los barrancos de entrada a la GC-1.

Caipsho, el “hogar de todos”

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El Proyecto Centro de Acogida e Intervención Promocional con Personas Sin Hogar Caipsho es el único centro específico en el sur de Gran Canaria que atiende a personas "sin techo", con una capacidad de treinta plazas, cuenta actualmente con lista de espera para atender al incremento de personas que, por diferentes motivos, se han visto en la calle.

El pilar de este centro son sus 40 voluntarios, gente que trabaja en ellos de manera desinteresada con el único objetivo de alimentar al necesitado prójimo.

El centro de Maspalomas atiende a alrededor de unas 300 personas al año, a las que se les presta además del servicio de comedor, aseo e higiene y servicio de lavandería, medicamentos, asesoramiento burocrático y acompañamiento para una búsqueda de empleo fructífera.

La ayuda del centro, sumada al empeño y superación, han permitido a personas como Georgian encontrar hace  un mes un trabajo como Relaciones Públicas de varios restaurantes en Playa del Inglés.

Su compañero Luis también ha iniciado un convenio laboral con el Ayuntamiento de san Bartolomé de Tirajana en la cuadrilla de Parques y Jardines, lo que les ha permitido alquilar un modesto apartamento juntos, abandonando ambos los barrancos de la autopista.

 “Caipsho se encontró en mi destino, por eso le estaré eternamente agradecido”,  afirma Georgian. Y lo ha demostrado con creces. Ahora la cadena de restaurantes para la que trabaja forman parte de la red de establecimientos que donan menús al comedor social de Caipsho.

Georgian también alterna sus ratos libres como profesor de artes marciales,  siendo el promotor de una gala benéfica de Kárate que tuvo lugar en las Fiestas de San Fernando, cuya recaudación y participación fue un éxito. “Seguiré ayudando siempre que pueda, porque cuando ayudas a alguien te sientes mejor y es siempre lo que trato de inculcar a la gente”.

Su propósito es seguir mejorando tiene claro que quiere quedarse en la isla, y espera que “ahora que la gente me va conociendo me dé más oportunidades", concluye.

Una maleta y 24 euros en el bolsillo

Juan Carlos es otro de los usuarios de Caipsho, desde noviembre del pasado año cuando llegó desde Tenerife “únicamente con 24 euros en el bolsillo, una maleta y con ganas de dejar atrás mi vida complicada llena de errores y excesos”, recuerda.

No conocía a nadie, y le costó un mes aceptar que necesitaba ayuda. Reconoce que no es fácil verse en una situación de pobreza cuando los has tenido todo. Juan Carlos dejó atrás a su familia y mujer de la que se está separando.

Para Juan Carlos, Caipsho es su “todo”, ya que no solo le aporta las necesidades básicas, sino “cariño, compresión y autoestima”. Toda su vida la ha dedicado a la hostelería, por eso, escogió la zona turística de Maspalomas para encauzar una nueva vida. Se siente capacitado para trabajar, es un gran profesional, asegura, y con 45 años aún se encuentra perfectamente capacitado para ello, por lo que ha rehusado de cualquier prestación. “Las asistentas sociales me han dicho que cumplo los requisitos para la ayuda de desempleados de 400 euros, pero me niego, aún tengo dos manitas que están perfectamente y quiero trabajar”.

De momento, Juan Carlos comienza a encauzar su nueva vida y ha conseguido que le llamen días sueltos de un hotel de Maspalomas donde aseguran que están muy contentos con el empeño de Juan Carlos. “Veo que estoy haciendo las cosas bien por fin y eso me reconforta, ahora solo pienso en seguir adelante y mejorar y mejorar”, concluye.

Perfil de usuarios

El proyecto social dirigido por la trabajadora social Katia Santana, una joven que gestiona el proyecto con mucha ilusión y profesionalidad: “El objetivo del proyecto es su carácter promocional, las personas que acuden a Caipsho deben tener una voluntad de salir adelante y ser guiados por el equipo técnico, para devolverles al mercado de trabajo”.

El perfil más común de las personas que demandan los servicios, son varones de mediana edad, a la vez que muchos que ya sobrepasan los 40 y están en edad complicada para encontrar un trabajo con facilidad. Predominan los españoles, “aunque la presencia de extranjeros es también significativa al ser una zona turística”, explica Raquel García, educadora social y también coordinadora del centro.

Caipsho pertenece a Cáritas del Sur y por tanto coordina con ellos, además de con Servicios Sociales del Ayuntamiento, El Servicio Canario de Empleo, la Unión de  Atención a Drogodependientes, entre otros recursos, con el que se establece el plan de trabajo en la denominada “ficha social”, que se realiza a cada nueva persona que llega.

Una de las principales dificultades a las que se enfrentan las trabajadoras sociales “es el exceso burocrático” a la hora de trabajar con personas sin hogar, a las cuales se les empadrona en la dirección  del centro ya que deben estar dentro de la red municipal para poder acceder a los recursos que garanticen la intervención promocional.

Menos ayudas, más demanda

Caipsho no ha quedado exento de las consecuencias de la crisis, pues mientras en los últimos años crece la demanda de personas que necesitan ayuda, sus ingresos y subvenciones necesarias para subsistir han disminuido.

En este sentido, una de sus subvenciones más importantes es la del Gobierno de Canarias,  que ha pasado de recibir 40.000 euros hace cinco años a 14.000 en los últimos tres. A ello, se suma el recorte de personal que se produjo a finales de 2010, que pasó de cuatro trabajadoras a las dos actuales.

Según explica García, “la gran lucha siempre es el dinero para poder mantener el equipo técnico y que el centro continúe abierto”. Lo positivo, añade, es que reciben subvención directa sin necesidad de presentarse a concurso, un indicativo de que el proyecto aún se considera importante.

Los voluntarios, el pilar del proyecto

[Img #22044]Entre los voluntarios que acuden a Caipsho hay diferentes perfiles de personas al servicio de los más necesitados. Unos se dedican a servir la comida, otros a ayudar en la limpieza, en el acompañamiento de usuarios a tareas externas, incluso una voluntaria les corta el pelo de forma gratuita para estar presentables ante una posible entrevista de trabajo.

Mariló es una de las voluntarias que acude todos los días poniendo toda su dedicación en Cáritas y Caipsho. “Tras 37 años trabajando en la misma empresa quebró con la crisis y quedé en paro, así que ahora aprovecho mi tiempo libre para ayudar a los demás, y me siento útil”, comenta.

Álex es otro voluntario, con 25 años, entró a Caipsho por obligación para cumplir con un programa social y ha continuado voluntariamente acudiendo semanalmente. “Me gusta la cercanía, hablar con ellos, se les coge cariño enseguida y me anima ver que puedo ayudar a los demás”.

Lo positivo en tiempos de crisis es la calidad humana, “la gente da lo mejor de sí, hay mucha concienciación en el municipio y podemos presumir del gran número de voluntarios que tenemos, son el pilar básico del proyecto, además permanecen a lo largo del tiempo, y ellos mismos arrastran a otros a participar”, recalca la coordinadora, Katia Santana.

Santana reconoce que lo reconfortante de su trabajo diario es la “calidad humana” que se vive entre las paredes del centro. “La mayoría lo que más necesita es a alguien que les escuche, porque todas las tardes están solos –el centro abre hasta las tres de la tarde-, por eso aquí encuentran el apoyo y un momento de desconexión”.

También hay momentos difíciles. Uno de los casos más comunes es cuando la persona presenta alguna adicción. “Hay muchos casos que te dan quebraderos de cabeza, cuando la persona no es consciente de que tiene un problema y no quiere afrontarlo, a veces tienes que negarle la ayuda y eso es muy duro”, lamenta Santana.

Afortunadamente, no es la mayoría pues el 50% de las personas que acuden al proyecto logran la reinserción en la sociedad.

Hoteles y empresas solidarias

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Otro de los motores de Caipsho son los hoteles y restaurantes del Sur de Gran Canaria que aportan sus bufés para alimentar diariamente a los usuarios que acuden al comedor social.

Así, Caipsho elabora un planning anual en el que los establecimientos se distribuyen por semanas el turno de comidas, que todos los días va a recoger un furgón de Cruz Roja. Algunos repiten hasta cinco semanas. Son la cara más amable de la crisis, reconocen las coordinadoras.

La buena voluntad llega, por otra parte, de los donativos de empresas y comunidades, muchas de ellas extranjeras, como la alemana o la hindú, que ayudan a suplir los recortes presupuestarios que afectan a Caipsho.

Coordinación con la parroquia

La coordinación de Caipsho con Cáritas en la parroquia de San Fernando de Maspalomas es constante. Aquí, también atienden a personas sin hogar todos los viernes, y los miércoles,  a familias y personas con dificultades económicas.

La coordinadora de Cáritas, Ramona, señala que cada semana atienden a una media de 60 y 70 personas, cuyo perfil es muy variado, aunque historias parecidas: hipotecas que no pueden hacer frente, divorcios, todos los miembros en paro, un solo sueldo en casa, extranjeros…

Llamamiento

[Img #22043]Este servicio social también depende mucho de las donaciones de la población. Cualquiera puede ayudar con alimentos no perecederos.

“Un bote de leche, aceite, pasta, es lo que más se demanda por las familias”, explica Ramona. Igual de necesarias son las donaciones de ropa, especialmente, la ropa y zapatos de hombre ya que son los que más acuden.

Al respecto, recalca que han bajado las donaciones de ropa “pues mucha gente en San Fernando cree que los contenedores específicos que hay en el municipio vienen a parar a la Parroquia, y no es así, ya que van a una empresa externa”.  En este sentido, tanto Caipsho como Cáritas hacen un llamamiento a la población para la recogida de ropa y calzado de varón.

Y están convencidas de que la gente responderá al igual que en todos los eventos benéficos que se realizan. “En tiempos de crisis no falta implicación comunitaria y empresarial, lo que cojea son las políticas sociales y sanitarias, no falla lo cercano, si no lo de arriba”, coinciden las coordinadoras.

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