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Viviendo en San Borondón

Piche nacionalista en la playa del PP

JOSÉ F. FERNÁNDEZ BELDA Lunes, 19 de Mayo de 2014 Tiempo de lectura:

Pero esto no dejaría de ser un episodio más o menos chusco o ridículo si no fuera porque hay graves cuestiones de democracia y de conciencia en el sistema y el funcionamiento de los partidos políticos en España.

La semana pasada se pudo leer en este mismo periódico de que el petróleo distancia a los políticos populares canarios de sus compañeros de baleares.  De puro irrelevante que es el caso para la gran mayoría de los ciudadanos, probablemente haya que recordarles lo qué pasó en una votación del también irrelevante Senado de España.  La cara jornada parlamentaria, por costosa que no por querida, transcurría tan sesteante y anodina como es habitual cuando alguien cayó en la cuenta de que cuatro senadores del PP balear habían apoyado una moción del PSOE que pretendía paralizar los proyectos para las prospecciones petroleras.

Las huestes mediáticas del paulinato no tardaron en resaltar el singular acontecimiento, tan estupefactos con el maná demagógico para sus tesis que les caía sin esperarlo como lo estaban los políticos peperos ante esta evidente contradicción entre sus filas y obediencias debidas. Tiempo faltó al portavoz parlamentario, Asier Antona, para decir que esperaba, exigir hubiera sido demasiado para su poder de influencia, que se sancionara a los senadores díscolos.  Y también tiempo faltó a la portavoz del PP en el Parlamento de Baleares, Mabel Cabrer, para pedir un respetito que es muy bonito, como se dice por este lado del Atlántico, porque dado que nosotros “no nos metemos en Canarias, les pedimos lo mismo”.  No es casual para esta recriminación de los baleares el saberse situados  por Dios en las aguas del Mare Nostrum, que como su propio nombre indica, es “nuestro”, de ellos y poco pintan los canarios allí.

La provocación lanzada hábilmente por el PSOE hizo que la patata caliente, que quemaba las manos de los del PP de Baleares, pasara a manos canarias en forma de autóctona y ardiente papa en pleno proceso de sancochado.  Mientras los de aquí y los de allá se peleaban, en Ferráz se felicitaban.  Y los ciudadanos nos horrorizábamos de financiar con nuestros impuestos a tales personajes, abochornados ante el espectáculo senatorial y partidista.

Pero esto no dejaría de ser un episodio más o menos chusco o ridículo si no fuera porque hay graves cuestiones de democracia y de conciencia en el sistema y el funcionamiento de los partidos políticos en España.  A mi entender, al menos dos son los problemas de fondo que explican, no que justifican la aberrante situación.  El primero es el principio de obediencia debida a la disciplina del partido, no necesariamente a la razón.  Antona lo expresaba con crudeza y rotundidad para pedir sanciones:  “han incumplido, y hay mecanismos en el grupo del Partido Popular en el Senado para tomar las decisiones que correspondan”.  Del otro lado, Mabel Cabrer apoyaba el pasteleo habitual de los caciques locales diciendo que, sin embargo, Bauzá ya ha hecho “gestiones” para intentar que no se castigue a los rebeldes.

La segunda cuestión que generó el problema, tal como se ha publicado, es la que causa más bochorno, rubor y vergüenza ajena por el grado de servilismo que implica.  Justifican su cambio temporal de postura respecto “a estudiar una suspensión temporal hasta que se logre un entendimiento con las comunidades autónomas afectadas” basándose tomar como veraz una frase suelta publicada en algunos medios tras unas declaraciones inciertas de Paulino Rivero:  “como señaló la semana pasada el presidente Rajoy”. 

En otras palabras, probablemente serán castigados por querer adular al gran jefe Mariano y votar, no según la razón o su conciencia, sino como supusieron que quería Génova. Si así fuera, se lo merecen por prestarse a traicionar sus convicciones para seguir en las listas.

Las opiniones de los columnistas son personales y no siempre coinciden con las de Maspalomas Ahora.

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