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XAVIER APARICI GISBERT

¿Cuál es el plan?

XAVIER APARICI GISBERT Viernes, 18 de Abril de 2014 Tiempo de lectura:

No obstante, el Plan A, el que están llevando a cabo los poderosos del mundo, va en la dirección contraria, camino de la hecatombe ambiental y el colapso civilizatorio

Según los científicos de la ONU al frente del Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático, la gravedad del efecto invernadero global que provoca el actual modelo de desarrollo es inaceptable. Y para que el calentamiento que se cierne sobre nuestra atmósfera no supere en más de dos grados el nivel previo a la industrialización, se hace imprescindible un inmediato e importante cambio institucional y tecnológico. En palabras del investigador Ottmar Edenhofer: “Tenemos que despedirnos del sistema económico actual”. Así, para evitar el desastre, habría que actuar urgente y decididamente.

No obstante, el Plan A, el que están llevando a cabo los poderosos del mundo, va en la dirección contraria, camino de la hecatombe ambiental y el colapso civilizatorio. Los datos no hacen sino que confirmar la hipocresía de la retórica oficial al respecto, pues, es en la primera década del siglo XXI, cuando más han aumentado las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero. Los contraproducentes intereses del poderoso sector petroquímico obstaculizan cualquier intento razonable de solución. Las injustificables estrategias de deslocalización de la producción y el consumo que imponen las empresas multinacionales ahondan en la deriva de continuar contaminando. El negocio financiero, contra toda lógica económica sostenible, se nutre de esta sangría ecológica y humana. Y todo ello, a beneficio de la súper élite -los oligarcas, que representa el 0,1% de la humanidad-, la cual, parasita más del 20% de la riqueza total del mundo.

Los conglomerados políticos, culturales y mediáticos al servicio del sistema ocultan, tergiversan y disimulan todo lo que pueden el alcance de la problemática. De manera suicida, contra todos y contra todo. La comisaria de la Comisión Europea de Acción por el Clima, Connie Hedegaard, es un buen ejemplo de este modo de proceder. Ante el último informe al respecto de la ONU, ha declarado: “El informe es claro. No hay plan B. Solo hay un plan A. Y como necesitamos que alguien dé el primer paso, en Europa adoptaremos un objetivo ambicioso para 2030 este año”. La ambición consiste en reducir las emisiones en un 40% -respecto al nivel de 1990-, cuando, por la crisis económica y sin aplicar políticas medioambientales, ya se han reducido en la zona las emisiones. Mientras tanto, los grandes emisores, con EEUU a la cabeza, continúan decidiendo, soberanamente, sus compromisos ecológicos, impunemente, pues, según para qué y para quién, la soberanía sigue siendo incuestionable.

Pero hay otro plan. Aunque los comisarios lo nieguen, hay un plan B, mucho más ambicioso, coherente y humanitario. Entre otros, el que el activista Lester Browm propuso, hace poco tiempo, con ese mismo nombre. Podemos, esta vez a escala mundial, y con la misma celeridad que, por ejemplo, consiguió EEUU al decidir incorporarse a los conflictos bélicos de la 2ª Guerra Mundial, transformar nuestras instituciones públicas y privadas y la economía toda, para conseguir una Sociedad de Estados, plenamente responsable, solidaria y sostenible.

Debemos hacerlo todos y todas cuantos creamos que ni la Democracia, ni la Naturaleza deben subordinarse a la necedad de las actuales élites de poder, que, desde el inicio de la hegemonía neoliberal, vienen rompiendo el contrato social básico, el de asegurar la cohesión comunitaria y el mínimo sentido civilizatorio, el de garantizar la calidad de vida de las generaciones venideras. Apoyemos, por tanto, el plan B.

Las opiniones de los columnistas son personales y no siempre coinciden con las de Maspalomas Ahora.

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