El cambio climático: una muerte anunciada
Somos las generaciones actuales de la humanidad las protagonistas del mayor descalabro ambiental de la historia y las que debemos mitigarlo, hasta alcanzar unos niveles sostenibles, o padecer sus desastrosas consecuencia
La magnitud y la gravedad de la problemática que se
enmarca en el concepto de “cambio climático” ya no admite discusión. Al menos
entre quienes creen que la investigación en las ciencias naturales tiene el
mayor rigor que se puede esperar dentro de las indagaciones científicas. Y, aun
reconociendo que la infalibilidad y omnisciencia no pueden asegurarse, al
ciento por ciento, en ningún ámbito de estudio, nadie -en su sano juicio- que
debiera asumir las consecuencias indeseables que se pronostican, se atrevería,
en un análisis de situación y de riesgos, a no considerar su materialización como
una amenaza cierta.
Somos las generaciones actuales de la humanidad las
protagonistas del mayor descalabro ambiental de la historia y las que debemos
mitigarlo, hasta alcanzar unos niveles sostenibles, o padecer sus desastrosas
consecuencias. Aunque, los seres humanos actualmente vivos no seamos los que
iniciamos esta macro crisis, ni todos tengamos la misma responsabilidad en su
desarrollo actual, ni seremos los que más las sufriremos. Pero a todos y cada
uno de nosotros nos concierne su solución, pues se trata, probablemente, del
mayor problema de supervivencia al que ha habido que hacer frente y está
manifestándose, aquí y ahora.
Ya en sus albores, con el dominio del fuego, nuestra
especie empezó a afectar al entorno natural. Con la llegada del cultivo y el
pastoreo y las primeras épocas históricas los impactos aumentaron, pero con un
alcance básicamente local y regional. Fue en la Edad Moderna, con la
explotación masiva del carbón mineral y el aumento poblacional que permitieron los
avances tecnológicos del momento, cuando los efectos sobre la biosfera
empezaran a ser de relevancia global. Y ha sido en nuestra época, a través de
la extensión del petróleo como fuente energética y con la intensificación
exponencial de las actividades que consumen energías fósiles, cuando las
emisiones de gases de “efecto invernadero”, provocadas por su empleo, están
llegando a resultar catastróficas para el equilibrio del clima planetario.
La Tierra es el hogar, la despensa y el sumidero de
las comunidades humanas. Y si no respetamos sus condiciones naturales de
existencia, sus ciclos de producción y sus dinámicas de regeneración, estamos
condenados –más pronto, que tarde- a sufrir las consecuencias, irremisiblemente,
y en proporción a la gravedad y el alcance del daño ocasionado. Pues los seres
humanos no solo vivimos en el planeta, vivimos por él, somos parte de la naturaleza.
Sin escapatoria.
El Panel Intergubernamental sobre el Cambio
Climático, organismo auspiciado por la ONU, en estos días ha vuelto a confirmar
las peores expectativas en el avance de la crisis natural y a poner fecha al
momento de no retorno ¿por qué, entonces, el conjunto de las instituciones de
gobierno en todo el mundo no están coordinándose con las poblaciones para poner
urgente remedio a la espeluznante amenaza que se nos viene encima?
Desde luego, no es por ignorancia: el Informe al
Club de Roma, sobre los límites del crecimiento y las condiciones de la
sostenibilidad de la actual Civilización, se publicó hace cuatro décadas. Y el
tiempo, no ha hecho sino que confirmar sus planteamientos.
La verdadera explicación a esta inercia suicida en la que perseveramos se encuentra en las actuales élites de poder -en las personas y entidades que de manera autoritaria e irresponsable, delante y detrás de las instituciones de gobierno, “mueven los hilos”- y en los desquiciados intereses materialistas que las mueven, las cuales cursan ya como un insoportable obstáculo para la sobrevivencia del conjunto de la humanidad. ¡Ya basta!
Las opiniones de los columnistas son personales y no siempre coinciden con las de Maspalomas Ahora.








roger | Sábado, 05 de Abril de 2014 a las 01:49:20 horas
exelente...cada dia somos mas...VEG.ya..
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