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JUAN ANTONIO ALONSO VELARDE

La puntualidad: una asignatura pendiente

JUAN ANTONIO ALONSO VELARDE Miércoles, 12 de Febrero de 2014 Tiempo de lectura:

La puntualidad debería ser algo, ya no obligado, sino que fuese una parte
de nuestro ADN

La puntualidad debería ser algo, ya no obligado, sino que fuese una parte
de nuestro ADN, algo que llevemos interiorizado como el comer o el dormir,
algo tan básico que no olvidemos jamás. Sin embargo, estamos en una
sociedad, especialmente la española, en la que nos hemos habituado por
desgracia a faltar a algo tan básico como es estar pendientes del reloj
cuando se hace perentoriamente necesario estar a las en punto en un
determinado sitio, ya sea el trabajo, un almuerzo, una cena, una reunión
con las amigas, un viaje, etcétera.

La relación de excusas del impenitente impuntual suele contener frases del
tipo: "No veas el atasco que hay", "No veas cómo viene el metro de mal",
"Es que había un revisor pidiendo los billetes o los abonos", "Es que no me
sonó el despertador" y así un largo etcétera de excusas que empiezan a
darse, además, desde la más tierna edad, con esos escolares que también
tenían la fama de nunca ser los primeros en arribar al colegio y las
excusas incluso llegaban a acusar a los pobres padres de haberse quedado
dormidos y, claro, tener que prepararse ellos el desayuno.

Pues bien, en un colegio en las afueras de Londres ya se han cansado de
este tipo de comportamientos, de estos retrasos intolerables y ha decidido
poner un cupo máximo de retrasos por mes y por trimestre, de tal manera que
cuando se pase ese límite, el centro estará autorizado a meterle mano a la
cartera de los padres para que, además, se hagan responsables de su hijo y
que éste, al mismo tiempo, sea consciente de que no puede estar jugándose
el dinero de sus solícitos papis a la ligera. Es una manera ideal de meter
esa disciplina de la puntualidad en vena.

Quien suscribe no es que tenga un máster ni tan siquiera un diplomado de
puntualidad, pero al menos intenta cumplir cuando hay una obligación de por
medio. A todos alguna vez el despertador nos ha jugado una mala pasada o
algún día el transporte público nos ha dejado colgados con huelgas o
averías. Pero la excusa vale para una vez, no de manera habitual. En ese
colegio de Londres, desde luego, la impuntualidad les puede hacer de oro.
Si eso se aplicase en España, resolvíamos el déficit de muchas
instituciones de un plumazo...por eso nunca lo aplicarán aquí o, en todo
caso, habrá previsto un plus de puntualidad, lo cual nos retrata como lo
que somos, un país de pandereta y charanga.

Las opiniones de los columnistas son personales y no siempre coinciden con las de Maspalomas Ahora.

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