Cuestión de pedigrí

Un vecino de la zona alta de San Bartolomé de Tirajana no cuenta que, cuando le explicaron que iban a pavimentar las calle Corazón de Jesús y San Juan pensó “¡ya era hora, una promesa electoral que se cumple!” Ha pasado un mes y la obra se ha convertido en un “chollo” para unos y en castigo para otros. Mientras se premia la socarronería, se castiga la libertad de expresión y el derecho a no estar de acuerdo con la soberbia del que se cree por encima de ti, argumenta nuestro lector. La obra se ha convertido en una guerra de guerrillas, puerta a puerta, curva a curva, entre los vecinos que “nos vemos premiados con la chapuza y los técnicos del ayuntamiento que te intentan convencer de que el agua corre hacia arriba y no hacia abajo”. A pesar de los “intensísimos” estudios realizados por los técnicos municipales durante la realización del proyecto, se escaparon algunos detalles. Las casas de las referidas calles están habitadas en un noventa por ciento por personas mayores, unos con problemas de movilidad, otros con problemas de la vista, etc. A pesar de eso la mayor parte de la obra incumple la Ley 8/1995 de accesibilidad y supresión de barreras físicas y de la comunicación, así como las normas contra incendios. Hablar con los vecinos era una bajeza para gente de tan alta posición, lamenta el desencantado vecino. Ahora hay algunos garajes por debajo del nivel de la calle, algunos accesos a viviendas con pretensiones de piscina: ¿Es tan difícil que una obra, dirigida por un ingeniero y avalada por un concejal que tiene la carrera de topógrafo, salga derecha? Concluye.