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XAVIER APARICI GISBERT

Pleno empleo, sí. Pero ¿cómo? (y IV)

XAVIER APARICI GISBERT Viernes, 21 de Diciembre de 2012 Tiempo de lectura:

El camino más cierto para la recuperación y la supervivencia vuelve a estar, significativamente, en nuestros orígenes

Si consideramos que la soberanía democrática incluye, necesariamente, el dominio del espacio político propio del Estado para poder decidir las políticas internas -entre ellas, la económica-, y la prevalencia del bien común y el interés general, contrarios a la dualización y la precariedad sociales, nada impide, por principio, cumplir con el ineludible objetivo del pleno empleo. Por supuesto, realizado en condiciones “decentes” (término utilizado por la Organización Internacional del Trabajo -OIT- para calificar el empleo respetuoso con las dignidades y los derechos humanos) y contraprestado de modo suficiente para asegurar la subsistencia de toda persona adulta y la descendencia a su cargo.

Hasta hace pocas décadas, el mayor opositor no siempre reconocido a ese bien socioeconómico fundamental no venía de las propias condiciones económicas, si no, más bien, de las políticas económicas. Específicamente, de las dirigidas a asegurar los intereses privados en el acaparamiento y disposición de los recursos sociales, culturales y crematísticos del conjunto social, las capitalistas. Entre otros muchos, antes y después, el economista M. Kalecki en 1943 ya desentrañó la justificación técnica de la viabilidad del pleno empleo y el “fondo político en la oposición a la doctrina del pleno empleo, a pesar de que los argumentos utilizados sean económicos”. La férrea oposición de los grandes consorcios financieros y empresariales a aumentar el empleo mediante la inversión gubernamental, incluso durante la Gran Depresión, ya era la tónica del liberalismo económico, el de “dejar hacer y dejar pasar” a los ricos.

Kalecki hizo aflorar las causas políticas de “la resistencia a la interferencia gubernamental en el problema del empleo como tal”; de “la resistencia a la dirección del gasto gubernamental (inversión pública y subsidio al consumo)”, y de la “resistencia a los cambios sociales y políticos resultantes del mantenimiento del pleno empleo”. Que el empleo dependa de las empresas privadas “da a los capitalistas un poderoso control indirecto sobre la política gubernamental”. Así, los déficit presupuestarios gubernamentales destinados a tal fin son especialmente indeseables. A resultas de esto,  “La función social de la doctrina del “financiamiento sano” es hacer el nivel del empleo dependiente del estado de la confianza” de los capitalistas. La misma música que ahora.

La posibilidad de que el Estado, para asegurar el pleno empleo, pueda llegar a nacionalizar los servicios públicos y los sectores estratégicos, también es altamente indeseable a los objetivos políticos capitalistas. Y ni hablar de que los gobiernos subsidien el consumo masivo, aunque esto estimule claramente la actividad de las empresas privadas, pues “Los principios fundamentales de la ética capitalista requieren la máxima de “ganarás el pan con el sudor de tu frente”, a menos que tengas medios privados.”. Y a su conveniencia, que ni siquiera puedas trabajar, como estamos viendo. Estas políticas, con el neoliberalismo, han vuelto a prevalecer. Y en la actualidad, otra vez, estamos padeciendo, y a escala global, una nueva Gran Depresión. Es tiempo ya de volver a erradicar esta obsoleta tiranía disfrazada de sistema económico y, por fin, de todo el mundo.

Pero la versión socialdemócrata, propia de los Estados del Bienestar, centrada en una economía mixta de carácter productivista-consumista y en una administración pública altamente burocratizada, limitada a la mera redistribución vía impuestos y ajena a la economía del cuidado y a la sostenibilidad ambiental, también ha declinado. Ante la mayor crisis sistémica que ha afrontado la humanidad, el camino más cierto para la recuperación y la supervivencia vuelve a estar, significativamente, en nuestros orígenes, en, sobretodo, volver a asegurar, solidariamente y en todo lugar, el bienestar de las personas y las condiciones ecológicas de la naturaleza. Y después, solo después, lo demás que sea posible y deseable. A esa magna empresa estamos convocados, por nuestro bien y el de las generaciones venideras, todos y todas a emplearnos de pleno.

*(Las frases entrecomilladas de este artículo pertenecen al trabajo sobre Aspectos políticos del pleno empleo, realizado por el economista M. Kalecki en 1943)

Xavier Aparici Gisbert. Filósofo y Secretario de Redes Ciudadanas de Solidaridad.
http://bienvenidosapantopia.blogspot.com


Las opiniones de los columnistas son personales y no siempre coinciden con las de Maspalomas Ahora.

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