Falta de respeto medioambiental
Sin conservación no hay turismo, y Gran Canaria es una de las peor conservadas del archipiélago
En La Provincia y en otros medios informativos de la isla se han publicado diversos artículos, unas a favor y otros en contra del derribo del hotel Oasis. En uno de ellos (escrito por Marta Cantero) se habla de la”mordida” que han venido sufriendo espacios naturales, terrenos de dominio público y diversos paisajes del sur, desde que comenzó allí el boom turístico.
Hay que resaltar las buenas intenciones que hubo en el llamado Concurso Internacional Maspalomas Costa Canaria, convocado por el conde de la Vega Grande, pero que no fue desarrollado y derivó después en el caos que se apoderó de los municipios turísticos del Sur de Gran Canaria, debido a las ambiciones de algunos, a la insensibilidad medioambiental, al caciquismo, y también, por qué no decirlo, a la ignorancia, complacencia y complicidad de los ayuntamientos sureños y otras autoridades canarias.
Falta de planificación, de ordenación, de vigilancia y de supervisión de lo que se construía, convirtieron a nuestro Sur en un destino mediocre, que lo único que lo salva es su clima y su sol. Excepto algunas pocas urbanizaciones de bungalós y de hoteles de categoría, lo demás es vulgar e insustancial. Sin contar toda esa pléyade de centros comerciales obsoletos, mal planificados que, en algunos casos, se han convertido en antros donde pululan la droga, la prostitución y la seguridad y el orden no están garantizados. Elementos que tendrían que desaparecer por la mala imagen que ofrecen, en un destino que se pretende que sea “de calidad”. Lo típico, lo que identifica la canariedad, se ve muy poco y la sobreoferta de locales de todo tipo, contribuye a que muchos de ellos no sean rentables. Hay saturación de lo mismo por doquier.
Como nadie de ocupó de declarar el hotel Oasis de interés arquitectónico, patrimonial o protegido, por ser uno de los pioneros, nos encontramos ahora con que sus propietarios pueden derribarlo, incluso pasando por encima de los proyectos de rehabilitación de la zona turística. Y en la misma tesitura está también el grupo de gobierno del ayuntamiento de San Bartolomé, por lo que no será difícil que se conceda la licencia para el derribo y desarrollar un nuevo proyecto.
Pero el problema no es solo ese, sino un pasado en el que no existían los movimientos ecológicos, la necesidad de conservar el medio ambiente, o de respetar los espacios naturales. Sin las trabas que hoy impone el ecologismo, o la misma consejería de Medio Ambiente del Gobierno de Canarias, lo que vino después fue el desmadre, y las cadenas hoteleras extranjeras y nacionales, o los inversores canarios tuvieron luz verde para edificar donde más se les antojase. De esta forma surgieron construcciones en espacio naturales como La Charca, el Palmeral de Maspalomas, las Dunas, así como playas, litorales diversos, barrancos, laderas, acantilados, etc. Parte del Palmeral fue “engullido” por la empresa pública, sin que nadie dijera ni pio. También, a veces, los tribunales han dictado sentencia a favor de propietarios de hoteles y en contra del dominio público. Recordemos que en junio de 1989 fue derribado un hotel en las mismas dunas de Maspalomas, cuya estructura había comprado el empresario alemán Theo Gerlach. Claro que después recibió una compensación con solares en las cercanías de Pasito Blanco, donde, por cierto, no ha construido nada. Lo más triste es que la mayoría de esas construcciones fueron arropadas por quienes tenían el deber de impedirlo.
Me parece bien que se llegue a un acuerdo para que el Gobierno regional, el insular, o el de la nación para que se invierta en infraestructuras, en mejoras, en dotación de equipamientos, en planificación y ordenamiento urbanístico. Lo que no es tan correcto es que se destine dinero público para rehabilitar establecimientos alojativos, o la oferta complementaria. Si una empresa privada no funciona, bien por la mala cabeza de sus propietarios, por la pésima gestión, por la falta de mantenimiento , o porque no han sabido realizar el marketing necesario para que se conozca, la culpa no es de ningún gobierno. En esta tierra algunos están pendientes del subvencionismo para poder sobrevivir.
Para terminar diré que sin conservación no hay turismo, y Gran Canaria es una de las peor conservadas del archipiélago, y no me refiero solamente a la zona turística, sino al conjunto de la isla. El deterioro medioambiental y paisajístico, así como la falta de una planificación y de ordenación territorial son evidentes.
Todo el desarrollo se ha ido para el Sur, que ha sido el campo de batalla de los especuladores, de los enemigos del orden y de la conservación del entorno, de los que quieren triunfar sin importarles los medios. Y no me refiero sólo a las cadenas hoteleras o empresarios, sino también a políticos de los más diversos niveles y castas.
Hay que resaltar las buenas intenciones que hubo en el llamado Concurso Internacional Maspalomas Costa Canaria, convocado por el conde de la Vega Grande, pero que no fue desarrollado y derivó después en el caos que se apoderó de los municipios turísticos del Sur de Gran Canaria, debido a las ambiciones de algunos, a la insensibilidad medioambiental, al caciquismo, y también, por qué no decirlo, a la ignorancia, complacencia y complicidad de los ayuntamientos sureños y otras autoridades canarias.
Falta de planificación, de ordenación, de vigilancia y de supervisión de lo que se construía, convirtieron a nuestro Sur en un destino mediocre, que lo único que lo salva es su clima y su sol. Excepto algunas pocas urbanizaciones de bungalós y de hoteles de categoría, lo demás es vulgar e insustancial. Sin contar toda esa pléyade de centros comerciales obsoletos, mal planificados que, en algunos casos, se han convertido en antros donde pululan la droga, la prostitución y la seguridad y el orden no están garantizados. Elementos que tendrían que desaparecer por la mala imagen que ofrecen, en un destino que se pretende que sea “de calidad”. Lo típico, lo que identifica la canariedad, se ve muy poco y la sobreoferta de locales de todo tipo, contribuye a que muchos de ellos no sean rentables. Hay saturación de lo mismo por doquier.
Como nadie de ocupó de declarar el hotel Oasis de interés arquitectónico, patrimonial o protegido, por ser uno de los pioneros, nos encontramos ahora con que sus propietarios pueden derribarlo, incluso pasando por encima de los proyectos de rehabilitación de la zona turística. Y en la misma tesitura está también el grupo de gobierno del ayuntamiento de San Bartolomé, por lo que no será difícil que se conceda la licencia para el derribo y desarrollar un nuevo proyecto.
Pero el problema no es solo ese, sino un pasado en el que no existían los movimientos ecológicos, la necesidad de conservar el medio ambiente, o de respetar los espacios naturales. Sin las trabas que hoy impone el ecologismo, o la misma consejería de Medio Ambiente del Gobierno de Canarias, lo que vino después fue el desmadre, y las cadenas hoteleras extranjeras y nacionales, o los inversores canarios tuvieron luz verde para edificar donde más se les antojase. De esta forma surgieron construcciones en espacio naturales como La Charca, el Palmeral de Maspalomas, las Dunas, así como playas, litorales diversos, barrancos, laderas, acantilados, etc. Parte del Palmeral fue “engullido” por la empresa pública, sin que nadie dijera ni pio. También, a veces, los tribunales han dictado sentencia a favor de propietarios de hoteles y en contra del dominio público. Recordemos que en junio de 1989 fue derribado un hotel en las mismas dunas de Maspalomas, cuya estructura había comprado el empresario alemán Theo Gerlach. Claro que después recibió una compensación con solares en las cercanías de Pasito Blanco, donde, por cierto, no ha construido nada. Lo más triste es que la mayoría de esas construcciones fueron arropadas por quienes tenían el deber de impedirlo.
Me parece bien que se llegue a un acuerdo para que el Gobierno regional, el insular, o el de la nación para que se invierta en infraestructuras, en mejoras, en dotación de equipamientos, en planificación y ordenamiento urbanístico. Lo que no es tan correcto es que se destine dinero público para rehabilitar establecimientos alojativos, o la oferta complementaria. Si una empresa privada no funciona, bien por la mala cabeza de sus propietarios, por la pésima gestión, por la falta de mantenimiento , o porque no han sabido realizar el marketing necesario para que se conozca, la culpa no es de ningún gobierno. En esta tierra algunos están pendientes del subvencionismo para poder sobrevivir.
Para terminar diré que sin conservación no hay turismo, y Gran Canaria es una de las peor conservadas del archipiélago, y no me refiero solamente a la zona turística, sino al conjunto de la isla. El deterioro medioambiental y paisajístico, así como la falta de una planificación y de ordenación territorial son evidentes.
Todo el desarrollo se ha ido para el Sur, que ha sido el campo de batalla de los especuladores, de los enemigos del orden y de la conservación del entorno, de los que quieren triunfar sin importarles los medios. Y no me refiero sólo a las cadenas hoteleras o empresarios, sino también a políticos de los más diversos niveles y castas.
Las opiniones de los columnistas son personales y no siempre coinciden con las de Maspalomas Ahora.
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