Ampliando el Sureste
El marco fundacional de este ente supramunicipal se sustentó, desde un primer momento, en la búsqueda de alternativas al grave problema de la escasez y la mala calidad del agua de esta zona de la isla
Siendo
alcalde de Santa Lucía Carmelo Ramírez Marrero, de Ingenio Juan José Espino del
Toro y de Agüimes quien esto escribe, en una reunión realizada el 15 de
febrero de 1990 se tomó la decisión de crear una mancomunidad de
municipios con el objetivo de defender los intereses de la comarca
geográfica a la que pertenecíamos. En ese mismo año, el 22 de
octubre, se celebró un pleno conjunto de los tres ayuntamientos y se
constituyó formalmente la Mancomunidad Intermunicipal del
Sureste de Gran Canaria.
El marco fundacional de este ente supramunicipal se sustentó, desde un primer
momento, en la búsqueda de alternativas al grave problema de
la escasez y la mala calidad del agua de esta zona
de la isla. Para ello elaboramos una estrategia encaminada a la consecución, entre
otros proyectos, de una desaladora, una depuradora, redes de distribución y
depósitos, energías renovables para abaratar los costes y la inclusión de la
comarca en el proyecto de dotación de infraestructuras para áreas
infradotadas.
Y
se fueron consiguiendo cosas. Con mucho esfuerzo. Contra viento y marea.
Luchando muchas veces contra elementos que no eran solo naturales. En el
presupuesto inicial de la Mancomunidad se incluyó una primera partida de
casi 186 millones de pesetas para la ejecución de una planta desaladora
que hoy fabrica, apoyada en energía solar, más de 33.000 metros cúbicos
diarios de agua potable. Y después vendría todo lo demás: un conjunto de
equipamientos devenido en una auténtica revolución hidráulica.
La
EDAR (Estación de aguas depuradas), diseñada inicialmente para tratar
6.000 metros cúbicos diarios de aguas negras, se empezó a construir en
1991 y comenzó a funcionar en 1994, cuando los tres municipios contaban con una
población de 74.547 habitantes. En el año 2001 se amplió su
caudal a doce mil metros cúbicos al día y ahora, 18 años después de su
puesta en marcha, se inauguró, el pasado martes, una tercera fase que nos
permite tratar dieciocho mil metros cúbicos cada veinticuatro horas para servir
a una población de 130.000 habitantes, al mayor espacio industrial de Canarias
y a la zona comercial más extensa, además de, en un gesto solidario y de
colaboración entre administraciones, a varios núcleos de población de San
Bartolomé de Tirajana (Juan Grande, Castillo del Romeral, Aldea Blanca,
Matorral y Rodeo).
El
presupuesto final de esta última fase asciende a casi cinco millones y medio de
euros, que si lo sumamos a los seis millones de las anteriores etapas y a los
otros seis millones gastados en redes de distribución y depósitos, nos da
una cifra final de 18 millones euros.
Más
allá del empleo de los criterios técnicos tradicionales que conllevan los
pretratamientos, primarios, secundarios y terciarios que permiten usar el agua
para la agricultura y los jardines, el terciario último de esta depuradora
incorpora decantadores de alto rendimiento de Veolia y un sistema de filtros de
arena de lavado en continuo que ha sido inventado y construido aquí, en el
polígono industrial de Arinaga ( por Aquafactory) y que, por sus excelentes
resultados, está siendo utilizado en distintos países (una muestra de la
capacidad que podríamos tener para profundizar en la investigación y en la
aplicación de nuevas tecnologías a nuestra maltrecha economía). Es el primer
terciario que existe con esta solución y garantiza una extraordinaria calidad
de un agua cuyas características organolépticas son similares a las del agua potable,
sin que se detecten presencias de E. coli en los análisis microbiológicos
realizados. Es decir, se puede beber.
Para
el Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales de Naciones Unidas “el
agua es un recurso natural limitado y un bien público fundamental para la vida
y la salud. El derecho humano al agua es indispensable para vivir una vida con
dignidad humana. Es un requisito previo para la realización de otros derechos
humanos”. Según Willen Buiter, economista jefe de Citigroup, “el agua se
convertirá en la más importante clase de activos físicos basados en materias
primas, minimizando el petróleo, el cobre, las materias primas agrícolas y los
metales preciosos”.
Paul
Kennedy, catedrático de Yale y especialista mundial en seguridad internacional,
sostiene que los problemas que obsesionan a los analistas estratégicos en torno
a los conflictos del planeta, palidecen al lado de la crisis mundial del agua,
con las reservas originales agotándose. Ya se empiezan a librar disputas por el
control de las corrientes de agua dulce en un mundo donde ha aumentado la
población, desde los mil millones de 1825 a los siete mil de la actualidad, con
el consiguiente incremento del nivel de vida y del consumo del agua.
Está
muy claro que el cambio climático, la escasez y el crecimiento demográfico son
condicionantes impredecibles. En unos pocos años, más de 3.000 millones de
personas vivirán en zonas con estrés hídrico. Nosotros en Canarias ya lo
estamos haciendo. Hace años que lo estamos padeciendo. Los
grandes retos de futuro son los de la energía, el agua y el clima. En Canarias
nos jugamos la supervivencia en ello. El binomio agua-energía es el epicentro
de nuestro desarrollo futuro. Es aquí donde está la clave de nuestra
subsistencia. Por eso nuestro empeño en defender las energías renovables
y en demandar que cesen todos los obstáculos que las frenan en forma de
eliminación de primas, servidumbres aeronáuticas y burocratización
administrativa; en pedir que se agilicen los trámites para hacer efectiva la
central hidráulica Chira-Soria y nuestra apuesta por repetir el modelo en otras
presas y embalses para poder almacenar renovables; en demandar la incentivación
del ahorro, la economía y la eficiencia; en clamar por la potenciación de
la investigación pública y privada…Por eso nuestro empeño también en insistir
en que se tenga en cuenta que en esta isla dependemos en un 90% del agua
desalada (un 100% en Lanzarote, Fuerteventura y El Hierro). Es por esta
dependencia que, desde el año 1985, se nos subvenciona su producción, aunque
hemos pasado de recibir 17 millones de euros en el año 2008 a 4,9 en este
año, que aún no se han hecho efectivos. No puede ser que no se tenga en cuenta
esta realidad y que se retiren o disminuyan las ayudas para cubrir los sobrecostes
de producción en esta tierra mientras se mantienen las de territorios como
Ceuta o Melilla, que reciben porcentajes muchos más altos.
Es
necesario un esfuerzo institucional conjunto, más allá de la justa
reivindicación política, para recuperar estas subvenciones. En el informe sobre
el Desarrollo de los Recursos Hídricos en el Mundo, de la ONU, se plantea que
conseguir salvar los problemas del agua “no es complicado ni oneroso, pero
requiere una reorientación política considerable. Las ventajas son tan
importantes que es absolutamente indispensable encontrar la voluntad política
adecuada para poner estas medidas en prácticas”. Es un desafío y una
responsabilidad histórica a la que no nos podemos sustraer.
Modestamente, creo que lo que se ha hecho en el Sureste es el camino. No hay
otra vía que la de un desarrollo sostenible que gire alrededor del agua y la
energía para potenciar nuestro sector primario, la salud de la población, un
turismo modélico y una industria innovadora ligada a la investigación y las
nuevas tecnologías.
Las opiniones de los columnistas son personales y no siempre coinciden con las de Maspalomas Ahora.
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