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Viviendo en San Borondón

Excesos y despropósitos contra Ryanair

JOSÉ F. FERNÁNDEZ BELDA Lunes, 24 de Septiembre de 2012 Tiempo de lectura:

Casi cualquier conocedor del mundo aeronáutico suele poner en solfa las informaciones aparecidas en los periódicos sobre incidentes

Desde que se empezó a volar, los aviones y el mundo de la aviación causan un miedo reverencial. Cualquier incidente aeronáutico es tratado por la prensa convencional no especializada de forma alarmante.  Por otro lado, cualquier nación que se preciara debía tener  su bandera, sus sellos de correo y su línea aérea.  Y nuestro estado de las autonomías, sobre todo los gobernados por nacionalistas, no iban a ser menos.  Por eso han potenciado las líneas regulares con pretensiones de “bandera”.  Y todo este aldeanismo en un mundo globalizado.

Casi cualquier conocedor del mundo aeronáutico suele poner en solfa las informaciones aparecidas en los periódicos sobre incidentes, casi siempre alarmistas y exagerados hasta el ridículo en los titulares.  Se publican, con gran despliegue mediático, opiniones de familiares de víctimas de accidentes como si se tratara de autoridades especializadas en aviación capaces de contradecir los resultados de las investigaciones técnicas internacionales.

El portal internacional de aviación The Aviation Herald ha reaccionado frente a la campaña de desprestigio contra Ryanair, con orígenes bastante sospechosos, publicando unos resúmenes muy ilustrativos de los datos oficiales publicados por la Comisión Internacional de Accidentes e Incidentes.  Pocas personas sabían que, por ejemplo, Iberia ha sufrido en 2012 más incidentes aéreos que Ryanair en España.  Aunque unos se publican y se amplifican, los otros no.  Eso induce a pensar que las fuentes de información periodísticas no son neutras y pudieran obedecer a intereses gremiales, sindicales o a fobias particulares.  En las últimas semanas se han leído toda clase de despropósitos, alguno de ellos altamente llamativos.  Aterrizajes de “emergencia” por falta de combustible en unos vuelos desviados desde Madrid a Valencia y obligados a mantener unas esperas de dos horas en el aire sin autorizarles el aterrizaje.  A cualquier avión, de cualquier compañía, le hubiera pasado lo mismo, aunque por tratarse de Ryanair el asunto se trata como una falta de seguridad por codicia de la compañía.   

Un excelente artículo de Miguel Ángel Gavira en “El Economista”, de lectura muy recomendable, ha recopilado el decálogo de los pecados capitales de la compañía irlandesa.  En el caso de Canarias, es particularmente aplicable el octavo pecado: pedir ayudas, o subvenciones encubiertas, para operar en aeropuertos turísticos.  Y lo que es auténticamente bananero que eso sea censurado por los mismos políticos que se las conceden.  Contra el vicio de pedir está la virtud de no dar, dice un refrán, así que la responsabilidad de que esas ayudas sean legales es del gobierno, no de Michael O´Leary cuando negocia en un mercado libre las condiciones para operar con sus aviones y su propio riesgo comercial en un aeropuerto concreto. Eso mismo pide cualquier multinacional, de otros sectores económicos, para establecerse en un territorio, ayudas que corren a ofrecérselas los mismos políticos que después se rasgan las vestiduras ante las críticas de los competidores del “beneficiado”.

Por eso, a mi entender, mejor harían las autoridades canarias en centrarse en conseguir la quinta libertad del aire para los aeropuertos isleños, o desbloquear definitivamente los planes de ampliación aeroportuaria. Y para el caso concreto de Ryanair, actuar con suma prudencia ante los ataques desmesurados y falsos a una de las compañías que más turistas transporta hacia las islas, perseguida por haber sabido establecer un nuevo modelo de negocio de corte liberal en el que se pretende que cada uno pague por lo que consume o usa, lejos del tradicional formato en el que los excesos de unos se pagan, a escote, entre todos.

Las opiniones de los columnistas son personales y no siempre coinciden con las de Maspalomas Ahora.

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