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VIVIENDO EN SAN BORONDÓN

La imprescindible austeridad pública

JOSÉ F. FERNÁNDEZ BELDA Viernes, 15 de Junio de 2012 Tiempo de lectura:

Austeridad, disciplina y solidaridad son los tres conceptos centrales en este coyuntural discurso

urante la reciente visita a Chile, el rey don Juan Carlos, hizo unas muy interesantes observaciones en su discurso institucional en el palacio de La Moneda, curioso topónimo para hablar de dinero, ante el presidente chileno Sebastián Piñera.  El Jefe del Estado Español vino a decir que “Europa requiere austeridad y disciplina, pero la austeridad por sí sola no salvará a Europa.  Se necesita además solidaridad para hacer más soportables las cargas financieras que hoy abruman a algunos de nuestros países”.  Austeridad, disciplina y solidaridad son los tres conceptos centrales en este coyuntural discurso.  Los dos primeros, tan ajenos a la política seguida por las cigarras socialistas españolas, y el tercero dirigido a la sacrificada hormiga alemana para que renuncie a los frutos de su trabajo en aras del amor universal y de la protección, a veces incluso enriquecimiento, de la fauna política sureña.  

Como se dice en matemáticas, la austeridad es una condición necesaria para salir de la ruina, pero no es suficiente. De un lado hay que reducir todos los gastos superfluos sin contemplaciones, manteniendo sólo los necesarios que se puedan financiar. Lo necesario no es todo el gasto público que los políticos consideren deseable, o que mejor sirve a sus intereses o ideología, sino aquel que pueda pagarse con el dinero que recaudan sin tener que endeudarse más y más con “los mercados”, a los que en su día, lógicamente, habrá que devolverles su dinero.  Si el gasto realizado no genera los recursos necesarios para reintegrar esos préstamos y sus intereses, sólo cabe la ruina y, si hubiera una justicia digna de tal nombre, el procesamiento de los responsables.  Así ocurre en la empresa privada, exigiendo responsabilidades patrimoniales y penales a sus dirigentes. Pero ¿por qué no pasa lo mismo cuando son políticos los que hacen una imprudente gestión de los intereses públicos?

Pero la austeridad, entendiendo por tal gastar sólo en lo imprescindible y nunca gastar lo que no se tiene, es un concepto que se oye continuamente frente a las cámaras de televisión y siempre refiriéndose al esfuerzo que han de hacer los contribuyentes, pero que no practican en su actividad cotidiana las instituciones públicas. Por sólo citar algunos ejemplos cotidianos en Canarias y, con total seguridad en cualquier otra autonomía, ¿cuantos viajes perfectamente prescindibles realizan los políticos acompañados de su corte de asesores, gratis total, a sitios insólitos algunos llevando el talonario de cheques para repartir subvenciones en regiones que la mayoría no sabría situar en un mapa?  ¿Se ha llamado a capítulo a los responsables de las embajadas y oficinas canarias en el exterior, al parecer 13 en total, por desconocer el Gobierno de Canarias a qué se han dedicado en los últimos años?  ¿Se ha realizado un inventario de los edificios en propiedad y alquilados que tienen las instituciones para intentar racionalizar su uso y el gasto, a todas luces excesivo? ¿Para que sirven el Senado o el Defensor del Pueblo?  Y así muchísimas cosas más, ninguna de ellas definitiva para salvar la ruina, pero que todas juntas ayudarían.  Una duna no es un grano de arena, pero miles de ellos juntos si pueden formar una dunita canariona o un médano chicharrero.

Otra de las verdades obvias que, a mi entender, dijo el Rey en su discurso fue que “el problema de Europa no es económico, sino político”, lo cual es totalmente cierto en el caso español, al menos en lo que se refiere al despilfarro autonómico.  Convendría recordar que en la República Federal de Alemania el gasto que realizan sus 16 estados, Bundesländer, y sus 439 distritos, Kreise, es aproximadamente el 30% del total,  siendo el grueso, el 70% restante, administrado y gastado directamente por el gobierno central.  En España ocurre justo al revés.  Algo se estará haciendo mal en las autonomías, a no ser que se considere normal que los pájaros disparen contra las escopetas... ¡Uy, perdón majestad!

Las opiniones de los columnistas son personales y no siempre coinciden con las de Maspalomas Ahora.

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