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Viviendo en San Borondón

Demagogia con las SICAV

JOSÉ F. FERNÁNDEZ BELDA Lunes, 14 de Mayo de 2012 Tiempo de lectura:

Con total desvergüenza, los dirigentes políticos dueños de las fanegadas autonómicas de Canarias

Corren tiempos de crisis social, moral y política que, probablemente, hayan sido la causa de la pésima situación económica que se padece en el Archipiélago, o al menos la ha agravado se le argumentaría a quien siga creyendo que todos los males son importados.  Con total desvergüenza, los dirigentes políticos dueños de las fanegadas autonómicas de Canarias, los cortijos y latifundios quedan para otras tierras de España, auguran a los ciudadanos que hay que seguir financiando su despilfarro con nuevos esfuerzos, que así llaman eufemísticamente a incrementar el infierno fiscal.

Así lo proclaman sus portavoces y altavoces mediáticos en los foros donde actúan, dicho en el más puro sentido teatral del término.  No están dispuestos a otro sacrificio que no sea que el cortado se les sirva con un único sobrecillo de azúcar y no con los dos acostumbrados.  Por ejemplo, no sólo no ahorran gastos en la cada vez más “jacarandosa” y revoltosa Radio Nacional de Canarias, así llaman ahora en su propia autopromoción a la radio autonómica, sino que potencian sus programas de diversión.  Ya no tienen escrúpulos en etiquetar a esa emisora, que debiera estar al servicio de todos los canarios y para cosas más serias, como un medio de comunicación de los partidos nacionalistas de CC, y por lo tanto excluyentes para los que no profesan ese ideario político. Ya no quedan dudas de lo que querían decir con su antiguo eslogan “la nuestra”, la de ellos.

Y como las demagogias no vienen solas, tras las subidas de impuestos y tasas generalizadas, ya se vuelve a oír de nuevo aquello de que la crisis no la han generado ellos, se autodenominan trabajadores, y que la han de pagar los ricos y en especial las SICAV.  Esa actitud de autodefensa que algunos llaman “populismo”, palabra no reconocida en el DRAE, pero que sí define demagogia como una degeneración de la democracia, consistente en que los políticos, mediante concesiones y halagos a los sentimientos elementales de los ciudadanos, tratan de conseguir o mantener el poder.

Quizás, haciendo esa labor pedagogía, concepto que hoy se repite más que el ajo, conviene recordar algunas características de estas instituciones de inversión colectiva y desmontar algunas falsedades sobre ellas.  La SICAV, sociedad de inversión de capital variable, es un mecanismo regulado por la directiva europea 85/611/CEE, previsto para mejor gestionar inversiones de un grupo de personas en los mercados financieros. Han de cumplir siempre con una serie de requisitos, entre los cuales cabe destacar al menos tres: uno, que el número mínimo de accionistas debe ser de 100;  dos, que la autorización, registro y control de ellas está supervisado por la CNMV; y tres, que el capital social inicial  ha de ser de 2.400.000 euros como mínimo, totalmente suscrito y desembolsado.

A las personas o empresas que han ganado mucho dinero honradamente se les puede presentar la duda de colocarlo en un fondo de inversión, gestionado por un banco, o invertir en una SICAV.  La gran diferencia que hay entre ambas opciones es la titularidad.  En una SICAV los titulares son los participes de la misma, mientras que en el fondo el titular es el banco. La SICAV tiene personalidad jurídica y los fondos no la tienen dado que recae en la gestora.

Hasta aquí la parte general del asunto.  Pero lo que más suelen creer las personas mal informadas, o proclamar los políticos demagogos, es que así los ricos no pagan impuestos, ya que “sus” SICAV sólo tributan el 1% de sus beneficios, muy inferior al porcentaje que pagan los trabajadores por IRPF.  Bastaría con una pequeña incursión en las normas fiscales, o preguntarle a un experto, para comprobar que eso es una falsedad, como mínimo, por confundir la fiscalidad de la SICAV con la de las personas que la integran al retirar beneficios.   

De entrada conviene aclarar que el dinero que los inversores depositan en esa sociedad ya ha pagado impuestos con anterioridad. Es cierto que la SICAV, la sociedad, tributa el 1% de sus beneficios, pero cuando reparta el 99% restante de las ganancias a los socios, a ellos les está esperando Hacienda.  Entonces tributarán en su renta al 18% si son personas físicas y al 30%, o el tipo impositivo que corresponda en el impuesto de sociedades, si fueran personas jurídicas.  Si esto es así, y cualquiera que quisiera comprobarlo podría hacerlo, ¿porqué hay tanto contertulio y político con mando en plaza que repite la falsedad de que los ricos no pagan impuestos, aunque sí lloren a moco tendido, como decía el título de aquella telenovela?

                                    [email protected]

Las opiniones de los columnistas son personales y no siempre coinciden con las de Maspalomas Ahora.

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