De cuando el padre Clodoaldo se enteró de la Ley de Prensa de Fraga
En los años setenta del siglo XX, en los últimos coletazos del franquismo, las portadas de mujeres ligeras y algo más que insinuantes, con la ley de prensa de Fraga Iribarne, a más de uno le despertaba la libido
En esas rutas sureñas recopilábamos material educativo que íbamos distribuyendo en el centro escolar. El retroproyector del padre Clodoaldo no podía quedar exento de tener una experiencia más allá de las filminas de la época.
Entrando en la clase, al ritmo de “Porki, Porki, nuestro rey favorito”, aprovechando un descuido del padre, algo más que las partes de las plantas se proyectaba en la pared del aula. Una chica, con muy buena planta, ocupaba el cristal del retroproyector. Estábamos esperando la reacción del Clodoaldo, cuando se transformó al ver al mismo demonio. No articulaba palabra, aquello no podía ser, sus manos se movían como si tuviera el mal de sambito.
En el pecado iba la penitencia. El copiarse con el libro, el desdibujar las estructuras de las moléculas, los cantos a la entrada de clase,…, todo ello era asumible. Ahora bien, el mal en forma de mujer no lo pudo soportar.
El padre Furones ponía orden, marcando el paso con sus rezos matinales, filas formadas en el patio, controlando a todo el personal, con nombres y apellidos, con su memoria tipo disco duro, nombraba al hereje, obligado a dar un paso a la derecha.
Un sábado más nos esperaba.
Las opiniones de los columnistas son personales y no siempre coinciden con las de Maspalomas Ahora.









Oswald | Jueves, 22 de Agosto de 2013 a las 19:06:36 horas
No olvidéis que se peca por palabra, obra u omisión, no es fácil, pues, entrar impoluto en El Reino de Los Cielos. Aparte, de ser buenos, porque nos llevan de excursión, los Padres, han de preservar nuestra pureza que nos hagan merecedores de habitar en El Paraíso, aunque inicialmente discrepémos en los métodos que al fin y al cabo, obran por nuestro buen fin y Santa Bendición.
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