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JOSÉ M. BALBUENA CASTELLANO

El petróleo nos envenena

JOSÉ M. BALBUENA CASTELLANO Sábado, 28 de Abril de 2012 Tiempo de lectura:

El petróleo, además de convertirse en enemigo del ser humano, envenena los mares, los ríos y los lagos

No me gustaría que seamos nosotros, los consumidores, los que colaboremos a enriquecer a esas empresas desaprensivas que se llaman petroleras. Por varias razones. Con nuestro empeño de motorizarnos todos, en detrimento de los transportes colectivos, estamos contribuyendo a que esas compañías obtengan millonarios beneficios y de vez en cuando nos den disgustos subiendo el precio del barril del crudo, que a su vez, lo encarece todo.Eso por una parte. Pero además de esta absurda tendencia nuestra al masoquismo, hay otro factor sobre el que tendríamos que reflexionar profundamente. Me refiero a que el petróleo, sus derivados y sus humos, así como metales pulverizados y productos químicos agresivos que usamos a diario,  nos están matando, están ocasionando diversas enfermedades relacionadas con el aparato respiratorio, con el cerebro, con el hígado y con los riñones. Lo que respiramos, especialmente en las grandes ciudades no es aire puro. Son tóxicos que el cuerpo es incapaz de eliminar y que van atacando nuestros órganos vitales. Da pena contemplar esas neblinas letales que se ciernen sobre las grandes ciudades motivadas por las humaredas que expelen los coches.

Las compañías petroleras, ante el rechazo de una parte de la población más sensata a la explotación de este recurso energético, están como locas  y desesperadas hurgando en todas las partes del mundo para buscar sus bolsas de crudo y de gas, para no perder ripio, apoyados generalmente, por gobiernos que no piensan en el futuro, que no se molestan en  más bien  desarrollar energías alternativas y limpias, y que alientan el uso  y el abuso de los hidrocarburos y gases fósiles. Pero las petroleras siempre encuentran medios informativos y sicarios de la pluma  que ponderan la necesidad de realizar prospecciones y de lanzar cantos de sirena sobre los beneficios que tendrá el país y su gente con las extracciones. Nos quieren hacer creer que sin el petróleo no se puede vivir ni desarrollar las industrias, cuando, en realidad, es una energía ya obsoleta, aparte de agresiva.

Por supuesto, en esta especie de locura colectiva también intervienen las empresas automovilísticas que no se deciden  a desarrollar y perfeccionar los vehículos, que ya algunos tienen en el mercado,  que no precisan gasolina ni gasoil para funcionar, y, por tanto, son cómplices de las petroleras.

Por eso, y por preservar el medio ambiente y continuar con el turismo como base de lña economía de Canarias, se han opuesto muchos canarios a que se realicen prospecciones petrolíferas tan cerca de nuestras costas.  Aparte de la forma tan mezquina y humillante para las instituciones isleñas que utilizaron para tomar sus decisiones unilateralmente.

Y hay que decir claramente a quienes manden en Madrid o en el gobierno autónomo de Canarias que ¡ya está bien!, que nosotros tenemos muchas posibilidades de desarrollar la energía eólica, la térmica, la solar, las de las mareas, o la derivada de cualquier otro elemento natural que no contamine y nos hagan vivir en un mundo mejor, sin tener que depender del destructivo “oro negro”. Que lo que estamos exigiendo no es una utopía sino algo tangible, que está al alcance de nuestras manos.¿Por qué no lo hacen entonces? ¿Qué oscuros intereses hay detrás de todo esto?

El petróleo, además de convertirse en enemigo del ser humano,  envenena los mares, los ríos y los lagos. Agrede la flora y la fauna, las tierras de cultivo. Es uno de los elementos que han contribuido a acabar con la capa de ozono y como siga habiendo vertidos de petróleo en los mares podría desaparecer definitivamente la pesca, un  importante recurso alimenticio de la humanidad.

¿Por qué la humanidad tiene siempre que vivir con el peso de peligros que ponen en riesgo su vida?

No me refiero sólo al petróleo, sino a esas armas nucleares que como espada de Damocles penden sobre nuestras cabezas,  hasta que a algún político paranoico se le ocurra utilizarlas...

Las opiniones de los columnistas son personales y no siempre coinciden con las de Maspalomas Ahora.

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