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SANTIAGO GIL

Psicografías

Ególatras

SANTIAGO GIL Domingo, 13 de Noviembre de 2011 Tiempo de lectura:

“Les pierde la soberbia”

El poeta César Vallejo dejó escrito un verso en el que decía que había nacido un día en el que Dios estuvo enfermo. La consecuencia de esa supuesta dejadez divina la notaba el gran poeta peruano en su tendencia a la tristeza y a la melancolía, pero también en los golpes de la vida que iban empozando la resaca de todo lo sufrido en su alma. Vallejo trataba de salvarse de esa desazón cotidiana escribiendo versos que llegaron a anticipar su muerte en un París con aguacero en el que ahora descansa presintiendo las lluvias otoñales a escasos metros de Charles Baudelaire, otro poeta marcado por la tragedia de su propia biografía, en el cementerio de Montparnasse. Pero ni Vallejo ni Baudelaire fueron poetas altaneros o soberbios. Les bastaba su talento para saber que aquí todos valemos lo mismo, y que el que pretenda encumbrarse por encima del resto solo consigue ridiculizarse y convertirse en un grotesco petimetre.

Pero esos seres ridículos, altaneros y petulantes siguen saliendo por todas partes como mismo brota la maraña entre las flores silvestres que se empeñan en vestir de colores nuestros campos. Los encuentras en la literatura, en la política, en el periodismo o en el bar de la esquina. En el mundillo literario son dados a las astracanadas y a pasearse como si fueran bajo palio todo el rato. No paran de dar consejos sin que nadie se los pida y te miran de arriba abajo como si fueran inmortales o midieran tanto como Sabonis o Tachenko. La mayoría de las veces resultan patéticos, entre otras cosas porque casi siempre esa altanería suele ser directamente proporcional a su incapacidad creativa. Con los años sí he descubierto que cuanto más talentoso y genial es un artista más suele alejarse de esa parafernalia bochornosa. Los verdaderamente grandes suelen ser gente sencilla y cercana que tienen muy claro el sentido de la vida y de las relaciones personales. Y eso es algo que también se manifiesta en todas las profesiones o en las relaciones con la gente con la que vas coincidiendo a lo largo de tu vida. Los que se creen por encima del resto en cualquier actividad cotidiana son seres que aún no han evolucionado lo suficiente como para saber que dentro de cien años estaremos todos criando malvas, y que aquí lo único importante es generar armonía y tratar de vivir lo más serenamente posible. Les falta corazón, y eso es algo que se nota más tarde o más temprano en lo que escriben, en lo que componen, en lo que pintan o en lo que van vendiendo en esos mítines siempre llenos de paniaguados y acólitos dispuestos a aplaudir cualquier soflama más o menos incendiaria. Les pierde la soberbia y, al contrario que Vallejo, suelen estar enfermos de sí mismos, lastimosamente perdidos en sus propios egos endiosados.

CICLOTIMIAS

La lava que pisamos contiene la esencia de millones de sueños que se quemaron en el magma del tiempo.

Las opiniones de los columnistas son personales y no siempre coinciden con las de Maspalomas Ahora.

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