Tienes activado un bloqueador de publicidad

Intentamos presentarte publicidad respectuosa con el lector, que además ayuda a mantener este medio de comunicación y ofrecerte información de calidad.

Por eso te pedimos que nos apoyes y desactives el bloqueador de anuncios. Gracias.

Continuar...

SANTIAGO GIL

Psicografías

Asideros

SANTIAGO GIL Lunes, 07 de Noviembre de 2011 Tiempo de lectura:

“Dependemos de nosotros mismos”

De niño te cogían de la mano cuando te sacaban a pasear por la calle. Te sentías seguro confiando en los pasos de tus padres y jamás tenías que decidir en ninguno de esos cruces de caminos en los que a veces cambia toda nuestra biografía. Pero luego te ibas soltando poco a poco y empezabas a reconocer los caminos cercanos hasta que cada metro que lograbas avanzar por ti mismo se convertía en un viaje inolvidable. En aquellos años andábamos descubriendo el mundo y aún no confundíamos la aventura que está dentro de cada uno de nosotros con los documentales del National Geographic.

Desde que nos soltaron las manos y nos dijeron que ya teníamos edad para andar solos por la vida, no hemos hecho más que buscar lugares en los que sentirnos a salvo. Metafóricamente, esos pasos equivalen a esta realidad que vivimos desde hace un tiempo. Nos han dejado a la deriva y nos han dicho que tenemos que buscar los caminos de regreso a casa por nuestra cuenta. Ya no nos encontramos el sistema económico como algo que se conduce solo. Ahora somos nosotros los que tenemos que empujar. Y no es fácil pasar de ser espectador a ser protagonista de tu propio destino. Ocurre lo mismo que cuando viajas a una ciudad desconocida en la que has de vivir un tiempo. El primer día que subes a la guagua para regresar a ese domicilio transitorio solo estás pendiente de no pasarte de parada y de no terminar en un suburbio peligroso. En el trayecto de ida tratas de memorizar una fachada o un anuncio de neón que te sirva de referencia a la vuelta; pero hay veces que, cuando regresas, la guagua circula demasiado deprisa o va con tanta gente que casi no llegas a mirar por la ventana. Te pones nervioso y temes extraviarte a pesar de tus esfuerzos por buscar asideros. Entonces preguntas a otros viajeros como nos estamos preguntando ahora mismo unos a otros por el destino que nos espera. Pero en todas esas ciudades de paso, aunque nos equivocáramos de parada, siempre lográbamos regresar a la casa que buscábamos. Yo confío en que ahora que andamos subidos en una guagua que no sabemos adónde nos acabará llevando también terminemos arribando a una estación segura. Hay días en los que piensas que el extravío es casi definitivo, pero estoy seguro de que, cambiando lo que nos has llevado al desastre, acabaremos reordenando esta realidad tan caótica. Eso sí, a veces es verdad que lo único que apetece es que nos vuelvan a coger otra vez de la mano como cuando éramos niños, pero tanto en las guaguas como en la vida hace mucho tiempo que ya dependemos de nosotros mismos para llegar a las metas salvadoras. Ahora más que nunca hay que tener mucho cuidado con esos salvapatrias mitineros que en lugar de llevarnos de la mano solo pretenden arrancarnos los brazos.

CICLOTIMIAS

 

Una biblioteca es un planeta propio que uno habita sabiéndose a salvo entre millones de palabras.

Las opiniones de los columnistas son personales y no siempre coinciden con las de Maspalomas Ahora.

Tu comentario
Tu comentario

Normas de participación

Esta es la opinión de los lectores, no la de este medio.

Nos reservamos el derecho a eliminar los comentarios inapropiados.

La participación implica que ha leído y acepta las Normas de Participación y Política de Privacidad

Normas de Participación

Política de privacidad

Por seguridad guardamos tu IP
216.73.216.6

.

Con tu cuenta registrada

Escribe tu correo y te enviaremos un enlace para que escribas una nueva contraseña.