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Algo no me cuadra. Nuestra hepatitis cultural

LUIS PÉREZ AGUADO Ver comentarios 1 Lunes, 31 de Octubre de 2011 Tiempo de lectura:

Nuestras Islas nunca gozaron de buena salud cultural

Cuando parecía que estábamos  saliendo del profundo letargo en que nos encontrábamos, la  drástica  reducción de los presupuestos en cultura para el próximo año del gobierno canario nos ha dado de bruces con la triste realidad, Seguimos, igual que antaño, postrados en el lecho de la incultura.

Aunque los recortes no son buenos, tampoco estoy muy seguro de que la política cultural –por llamarla de alguna manera- llevada a cabo en nuestra comunidad haya sido acertada. Tampoco tengo claro que los que se llaman a sí mismos políticos de la cultura y gestores culturales entiendan el concepto de  cultura como lo hacemos  los ciudadanos de a piel. Veamos por qué mis dudas y por qué a mí, personalmente, no me cuadran las cosas.

Es el propio viceconsejero de cultura quien cita y se reúne con los profesionales del ramo para que sepan a qué atenerse. Lo hace en las dos capitales de provincia y, de inmediato, los agentes culturales se ponen en pie de guerra. ¿Estrategia? ¿Ocultos intereses? ¿Excusa para que algunos puedan seguir viviendo a lo grande?

En ocasiones, las inversiones millonarias y los dineros de grandes eventos sólo han servido para que se luzca  el gestor de turno y, de paso, tirar el dinero por la alcantarilla. Pongamos, por caso, Septenio, un modelo creado por el Gobierno de Canarias para difundir fuera del Archipiélago proyectos culturales desarrollados en las Islas. Magnifica iniciativa. Pero, mientras se pedía a todos los canarios que nos apretáramos el cinturón, se presentó en la isla de Fuerteventura con grandes faustos el proyecto. Hotel de lujo, ochenta y cuatro invitados, comidas institucionales, facturas de agencias de viajes, caché de los artistas, transportes por la isla, etc. Total 90.000 euros gastados en unas pocas horas. Se repite la hazaña el la isla de La Palma. En esta ocasión con doscientos invitados. Sólo los gastos de hotel ascendieron a 70.000 euros.

Mientras  numerosísimos bienes culturales como los yacimientos arqueológicos en las islas permanecen abandonados y dejados de la mano de Dios, se realizan grandes eventos y actividades que llenan los bolsillos de unos pocos que, casualmente, no suelen ser los artistas Una forma extraña de entender la cultura. Derrochar el dinero en cócteles mientras pequeñas compañías de teatro desaparecen y salas alternativas cierren sus puertas por falta de ayudas y nuestros mejores valores artísticos deben emigrar a Argentina por la misma causa.

Poco supimos en qué consistía  el tal Septenio. Hoy, con amargura, comprobamos que a cualquier cosa le llaman cultura.  Hoy, después de cuatro años sin poder acceder a la propuesta en la que se han ido 15 millones de euros, dudamos, con preocupación, de  la calidad de algunas iniciativas que recibieron las ayudas y de  los criterios de adjudicación.  Sabemos, por ejemplo, que de 23 proyectos una provincia fue favorecida con 19 y otra con tan solo  cuatro. Que quede constancia en acta que, personalmente, me importa un rábano que una isla se lleve todos los merecimientos, proyectos y dinero si realmente sus gestores se lo han trabajado y, por tanto, se lo merecen más que cualquiera. Como me consta que algún proyecto no fue aceptado sé que alguien miente cuando asegura que el motivo de la escasa participación fue que no se presentaron más proyectos  en la isla perjudicada. Otra cosa muy distinta sería que alegaran escaso mérito o interés cultural, con lo que tendríamos que permanecer con la boca cerrada al desconocer los criterios de selección.

Si el recorte ha de venir -y puestos a elegir- prefiero que el  dinero público vaya a mejorar nuestros malogrados yacimientos arqueológicos, a crear infraestructuras que permitan el desarrollo de los artistas y creadores, incluido su proyección fuera de Canarias,  a subvencionar  grupos artísticos sin ánimo de lucro, bibliotecas o  escuelas de música,  por ejemplo, en lugar de subvencionar a entidades privadas que se crean para ganar dinero mediante la realización de su actividad empresarial sin siquiera generar empleo  (por lo menos, mientras estemos en tiempos de vacas flacas).

Aunque mucho me temo que esto no sucederá así. Siempre ha faltado talento para poner en marcha imaginativos programas culturales si ellos no llevan aparejado un beneficio para los políticos puestos al frente de la cultural. Así que, mientras sigan los mismos, seguiremos con nuestra hepatitis cultural.

Las opiniones de los columnistas son personales y no siempre coinciden con las de Maspalomas Ahora.

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