Rajoy
fue vicepresidente y ministro de Aznar en los años en que éste gobernó.
Que se sepa no le contradijo en nada, ni siquiera en la participación
de España en la guerra de Irak, como hizo Rato y el 90% de los
españoles, incluidos los que votaban al Partido Popular.
Aznar
fue el presidente que más presos etarras acercó al País Vasco y el que
dijo solemnemente en televisión que había dado las órdenes pertinentes
para empezar a hablar con el Movimiento Vasco de Liberación Nacional,
según denominó textualmente a la banda terrorista ETA.
El
sector duro del PP, entre los que están Aznar y su entonces ministro de
Interior Mayor Oreja, no parecen ahora muy contentos con el comunicado
de ETA en el que anuncia que deja definitivamente la lucha armada.
Rajoy, en cambio, se ha mostrado más comedido y sensato, sabedor que le
quedan dos telediarios para ocupar La Moncloa.
Gadafi,
el sátrapa, fue linchado la semana pasada en Libia por los insurgentes,
lo que dice muy poco de su civismo y humanidad. Hasta el otro día era
saludado por los principales líderes occidentales, desde Obama a
Zapatero, desde Berlusconi a Sarkozy. Aznar también presumió en su
mandato de amistad con el dictador libio, del que recibió de regalo un hermoso caballo blanco que no rechazó por no parecer maleducado.
Aznar
y Rajoy siempre han formado una extraña pareja que se ha entendido tan
bien que el primero nombró a dedo al segundo para que le sucediera en la
presidencia del país. Por ahora el empleado de Murdoch suculentamente
pagado solo ha logrado que su sucesor digital haya accedido a la
presidencia del partido y se haya estrellado dos veces consecutivas en
las elecciones generales.
La mayor incógnita no es descifrar el programa electoral del PP, que también, sino saber si Rajoy es el doctor Jekil que aparenta o el míster Hyde que venden Aznar y Oreja. Se parecen como un huevo a una castaña.
Exactamente
igual que López Aguilar y Soria, aunque tengan vidas paralelas: ganan
las elecciones en Canarias pero se van a la oposición; a renglón seguido
encabezan la lista de su partido al Congreso de los Diputados y se
marchan a Madrid. La diferencia es que López Aguilar ya ha sido ministro
y eurodiputado mientras que Soria sueña con ello. Por eso el popular
dice que son incomparables. En eso tiene razón: no se pueden comparar.
Como un huevo y una castaña.
Las opiniones de los columnistas son personales y no siempre coinciden con las de Maspalomas Ahora.
Hernan | Jueves, 27 de Octubre de 2011 a las 21:00:24 horas
López Aguilr vale mucho más que Soria y además es mucho más honesto. Por eso son incomparables.
Accede para votar (0) (0) Accede para responder