Una empresa agrícola de Murcia
obliga a sus empleadas a colgarse un cartel cuando quieren ir al baño. En este
almacén de lavado y empaquetado de fruta tienen jornadas que se alargan más de
doce horas. Las 200 trabajadoras cuentan con media hora de descanso no remunerado.
Por si fuera poco, a estos empresarios
tampoco les hace ninguna gracia que sus empleadas se queden embarazadas. Como a
una rumana se le ocurrió la disparatada idea de quedarse encinta, una encargada
la recriminó y la advirtió que allí se venía a trabajar y no a tener hijos.
La encargada debía ser un poco tonta
porque si no deja que sus empleadas sean madres, ¿a quiénes va a explotar la
empresa el día de mañana? Si las esclavas del siglo XXI no paren esclavitos,
empresas como Agronativa de Cieza sucumbirían inmediatamente.
Todo este disparate es en buena medida
consecuencia de la crisis económica galopante que padecemos. Los empresarios se
envalentonan y explotan a sus trabajadores como nunca. El que no quiera las
migajas se va a la calle, que siempre habrá otro que coja el trabajo sin
rechistar.
Esta historia real salía a la luz el
día siguiente de que un juez dictaminara que llamar zorra a la exesposa no es
un insulto ni por asomo. Yo no sé si él llama a su mujer de esa forma tan
cariñosa, pero tengo para mí que la inmensa mayoría de las mujeres no se
sentirían muy felices con ese tipo de expresiones machistas y
descalificatorias. Todo un despropósito.
El juez interpretó que el ex marido,
que había expresado a su hijo su deseo de ver a su mujer dentro de una caja de
pino, la denominó zorra por no llamarle astuta. Hay jueces que son más ingenuos
que Bob Esponja. Aunque hay un punto en el que lo ingenuo se funde con lo
malévolo. Desgraciadamente ya no sabemos dónde empieza uno y dónde acaba otro.
Las opiniones de los columnistas son personales y no siempre coinciden con las de Maspalomas Ahora.
Fita | Jueves, 06 de Octubre de 2011 a las 23:46:41 horas
Muy buen artículo, cristiano.
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