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La desprotección civil

JOSÉ F. FERNÁNDEZ BELDA Miércoles, 05 de Octubre de 2011 Tiempo de lectura:

Mucho se dirá y se escribirá aún sobre el lamentable accidente ocurrido durante la Fiesta de la “XXV edición de la Suelta del Perro Maldito”, en Valsequillo

[Img #3142]Tiempo habrá para buscar las causas del accidente y extraer lecciones que ayuden a minimizar los riesgos en todo tipo de eventos masivos.  No se trata ahora de comentar aquí responsabilidades civiles, políticas o judiciales, eso pertenece a otras instancias ajenas a una simple reflexión periodística, sino que es el momento de evaluar los protocolos de seguridad ciudadana para eventos multitudinarios.

Conviene resaltar y no olvidar que este evento popular va ya por la XXV edición sin problemas importantes debidos al espectáculo en sí mismo.  Los responsables, al menos eso creo, tienen los riesgos controlados y las medidas de protección adecuadas, de forma similar a cómo se hace en eventos parecidos, como son las Fallas y tantas otras fiestas valencianas; o los espectáculos relacionados con el fuego, con demonios o diablillos lanzando llamaradas entre los espectadores en muchas ciudades de España y del mundo.  Por eso espero y deseo que la “Suelta del Perro Maldito” continúe en años próximos, con una redoblada protección del Arcángel San Miguel y una actualización del protocolo de seguridad.

 Es muy frecuente observar cómo en grandes concentraciones, del tipo que se comenta, desde muchas horas antes se ve un desmesurado despliegue de personas vestidas con camisas de color anaranjado de Protección Civil.  Desconozco si es preceptivo, y si así lo fuera, de quién es la responsabilidad de establecer un plan de seguridad contra accidentes.  En Valsequillo, a mi entender, esa inadecuación es uno de los riesgos más importantes que presenta este evento año tras año, más importante que el fuego en sí mismo.  La calle principal, desde horas antes, está totalmente abarrotada de lado a lado y haría muy difícil para los guardianes de la seguridad civil, de accidentes o incidentes, tanto de tipo policiaco como sanitario.

En el accidente del pasado día 28, por haber ocurrido después de medianoche realmente el 29, no se produjo una catástrofe humana con decenas de víctimas originadas por un tumulto, porque el suceso se produjo en una vía lateral y porque la inmensa mayoría del público no pudo verlo ni sentir ese terror irracional que se podría haber originado.  De haber sucedido en el centro de la calle principal, probablemente hoy se estaría lamentando una tragedia gigantesca.  Es un ejemplo más de la diferencia entre seguridad subjetiva y objetiva.

Basándose en la experiencia acumulada tras tantos años asistiendo a esta fiesta, se puede afirmar que uno de los defectos más importantes en la seguridad, de todo tipo como antes se señaló, reside en no montar unas vallas que delimiten las zonas donde el público pueda gozar tranquilo del espectáculo y dejar zonas de paso en forma de calles, de arriba a bajo y de un lado a otro, para que se pueda entrar y salir libremente, evacuar o que la policía, sanitarios o similares puedan llegar a casi cualquier lugar en el menor tiempo posible.  En esas calles es donde deberían estar situados los efectivos de protección civil, controlando que no se ocupen y que se pueda transitar por ellas con relativa facilidad.

La organización de un evento periódico de esta naturaleza, donde tanta imaginación y trabajo desinteresado se desarrolla a lo largo de todo un año, ha de estar dirigido y controlado por personal municipal especializado.  Los concejales y el alcalde son sólo políticos y su principal función es orientar, supervisar, controlar y remover los obstáculos que se vayan presentando, pero no es su trabajo la dirección ejecutiva de la gran mayoría de las cosas, fiestas y no fiestas. 

Por último, a mi entender, el presentador del acto supo tratar la tragedia desde el escenario con un enorme acierto y así hay que destacarlo.  Supo comunicar eficazmente la situación al numeroso público, básicamente juvenil, que allí estaba y no le fue nada fácil anunciar la suspensión del evento en señal de respeto a los heridos.  Los asistentes aceptaron de inmediato las poderosas razones para tomar esa decisión y sin recriminaciones ni protestas, se guardó un impresionante silencio mientras se atendían las instrucciones para abandonar ordenadamente aquella zona y dejar vía libre a los profesionales sanitarios.  Por eso quiero finalizar esta reflexión congratulándome por tal muestra colectiva de civismo popular ante la importancia del accidente vivido en Valsequillo permitiendo que, gracias a ese comportamiento ejemplar, pudiera ser controlado con más facilidad.

Las opiniones de los columnistas son personales y no siempre coinciden con las de Maspalomas Ahora.

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